EL GALLO VANIDOSO

Con este fin, se dieron a conocer avisos y bandos por todas partes, para que todas las aves que estaban en la edad juvenil concurrieran a un matrimonio masivo en una fecha determinada.
No era nada bueno, pensó el Creador, que los animales con plumas se quedaran sin formar parejas consagradas. Las aves deberían ser entre los animales ejemplo vivo de una vida ordenada y honesta.
Todas las aves, desde las más diminutas como el pájaro mosca, hasta las más grandes como el avestruz, se prepararon afanosamente como mejor pudieron para las bodas que se realizarían en una ceremonia grandiosa y solemne.
Llegado el día, las palomas fueron las primeras en presentarse al templo convenientemente ataviadas. Luego llegaron los cisnes, los pavos reales, los gansos, los faisanes, las gaviotas, las águilas... En fin, toda la familia emplumada. Faltaban poco minutos para dar comienzo a la ceremonia y todas las aves esperaban con fervor religioso la bendición celestial. La única ave que se encontraba sin su pareja era gallina. La pobre estaba nerviosa y preocupada mirando a todas partes. Angustiada esperaba a su consorte que no llegaba.
El gallo quiso dirigirse al templo mejor presentado que nadie, como corresponde a todo un señor. Mandó adelante a su compañera, diciéndole que ya la alcanzaría muy pronto en el camino. ¡Qué cosas no hizo el gallo para satisfacer su presunción! Estaba entregado en su casa a una verdadera tarea de maquillaje.
Se vistió de galas para sobresalir entre todos los novios. Se puso sobre la cabeza una soberbia cresta de color púrpura, se colocó en las alas plumas largas y tornasoladas y, en las patas, se puso un par de estacas como adorno y signo de bravura. Vestido así, con singulares ornamentos, pensaba lucirse en la ceremonia nupcial.
Dedicado a tales preparativos, el gallo no había reparado en el tiempo. Luego que terminó sus preparativos se puso a correr como un loco en dirección al templo. Cuando llegó encontró a la gallina que lloraba angustiosamente. Ya había concluido la ceremonia y todas las demás aves se habían marchado.
Desde entonces, todas las aves y avecillas, excepto el gallo y la gallina, viven con sus parejas conocidas. Las palomas, los cisnes, los pavos reales, los gansos, las gaviotas, las águilas, los pajarillos... andan y vuelan en compañía de sus consortes. La única excepción a este concierto es el gallo que llevado por su estéril presunción, se quedó sin pareja conocida.
Juan M. Salguero
