PAKUNÉ, SEÑORA DE LAS SOMBRAS, DECIDE BUSCAR A KOKU-YÓ
Cansada de confiar a otros la misión de atraer a sus dominios a Koku-yó, Pakuné decidió, ella misma, acercarse a él.
Esa tarde, cuando el Sol se retiró hacia Murrucucú y la estrella de la tarde apareció inclinada a un lado del cielo, Pakuné comenzó a soltar sus cabellos. Y fue la noche. ¡Pero esta vez Pakuné, Señora de las Sombras, se hacía más espesa y misteriosa, para que Koku-yó se enredara en sus cabellos, y se extraviara en sus rizos de sombra!
Las sombras se apretaron cada vez más contra su cuerpo de luz, y Koku-yó sintió miedo. ¡Esta vez era muy poderoso el que trataba de cercarlo!
¡Y cuanto más apretaba sus cabellos Pakuné, más brillaba Koku-yó! Porque la luz necesitaba de las sombras y las sombras de la luz, Koku-yó brilló más aquella noche.
En esas estuvieron hasta que habló Pakuné:
- ¿Quién eres y de dónde vienes, extraño ser que transitas alegre por mis cabellos?
- ¡Soy Koku-yó, hijo de la Estrella de la Tarde, y vengo del cielo! -dijo.
-No entiendo, pequeño ser de luz. Vienes de la luz, eres luz, y buscas mis cabellos de sombra. ¿Por qué no permaneces en la luz? Tronó Pakuné.
- Soy luz y necesito de tu sombra para existir -respondió Koku-yó.
- ¡Soy muy poderosa y puedo destruirte! -gritó Pakuné, fuera de sí.
- Como la Luna y la Estrella de la tarde, soy parte de ti -chilló Koku- yó-. Si me destruyes, algo de ti morirá.
Eso se dijeron y todo quedó en silencio.
Leopoldo Berdella de la Espriella

En la Cordillera de los Andes que corresponde al Cusco, Perú, existe el valle de Yucay en donde se cuenta que todos los sonidos pueden ser escuchados.
Los indios guaraos dicen que el Sol es un incendio que hay en las nubes y que nunca se puede apagar.
Cerca al caserío de Levitaca, Chumbivilcas, existe una gruta- prodigio natural- que es visitada por hombres de ciencia y viajeros, que dejan su nombre grabado en las rocas de ingreso.







