LA BELLA DURMIENTE

Pasaron quince años y en el reino habían olvidado la terrible maldición. Sin embargo, la princesita se alejó de sus guardianes y llegó hasta un recinto del castillo que jamás había visitado. Le llamó la atención el viejo telar que tejía sin que nadie lo estuviese operando, se acercó y cuando trató de tomar una madeja, la punta aguzada de la aguja cayó pesadamente sobre una de sus manitas, produciéndole la mortal herida que iba a ocasionarle la muerte. Su grito de dolor alertó a todos.
Los reyes, centinelas y las nodrizas corrieron a su encuentro, pero era tarde: la niña se transformó en una Bella Durmiente, la más hermosa del mundo, aunque sus padres estaban muy tristes y acongojados. Llamaron al Hada buena y les dijo que su hija no había muerto, pero que dormiría por cien años. Dicho esto la maldición se extendió al castillo y sus habitantes quedaron sumidos en el más siniestro sueño, cerrando sus puertas al mundo viviente.
Pasaron muchos años y la leyenda de la Bella Durmiente se extendió a otros reinos, aunque nadie había logrado ingresar en el castillo embrujado.
Sin embargo, fue un joven y valiente príncipe de Holanda quien se propuso vencer la maldición del castillo encantado y poder comprobar la presencia de una reina durmiente.
Al tratar de ingresar al castillo, guardias fantasmas y enredaderas embrujadas le salieron al paso para cortar sus intentos; pero el príncipe logró vencerlos luego de un violento enfrentamiento.
Descendió de su caballo e ingresó a un castillo que lucía fríamente desolado.

La Bella Durmiente miró a los ojos de su héroe y entendió que lo amaba. Se tomaron de las manos y el rey concedió su permiso nupcial al pedido del príncipe. Viajaron a otro país fueron muy felices. La pesadilla había terminado. Fin
Moraleja: La Justicia Tarda Pero Llega
Charles Perrault
