LOS TRES CERDITOS

Eran tres hermanitos, tres chanchitos muy unidos y sin embargo dos de ellos no eran tan responsables como el mayor, llamado Práctico, pues los menores Violinista y el simpático Flautista, se pasaban la vida en juergas y diversiones. Sucedió que por esos tiempos el Lobo malo no tenía otra ocupación que andar en busca de carnes para calmar su apetito.
Al saber de tan grave amenaza, Práctico llamó a sus hermanos y les dijo: "Debemos estar listos para hacer frente al Lobo malo, pues sé que ha preparado sus pulmones para acabar con todo lo que le salga al frente". “¿y qué debemos hacer, hermano Práctico", preguntó Violinista.
El hermano mayor les dijo que, de inmediato, debían reconstruir sus viejas y precarias viviendas o, de lo contrario, el Lobo malo los devoraría. "Yo empiezo hoy día y espero que ustedes hagan lo mismo", dijo Práctico y les repitió que debían ser muy responsables porque la amenaza se los exigía. Pero, mientras que el mayor tenía casi lista su casita, los dos hermanos se divertían de fiesta en fiesta y sus casas seguían siendo las covachas de toda la vida. Cuando Flautista le recordaba a su hermano el pedido de Práctico, Violinista le decía que el Lobo malo ya estaba viejo y debilucho.
Pero sin reparar que el Lobo estaba muy cerca de él y se burlaba de lo que comentaba el irresponsable cerdito. Fue así que el Lobo decide atacarlos: "¡Salgan o volaré la casa como si fueran naipes!", gritó la voraz fiera y los cerditos lloraron ante la amenaza. Trataron en vano de colocar tablas y ladrillos, pues el primer soplido del Lobo malo fue suficiente.
Los cerditos volaron por los aires y el malvado quiso hacer con ellos su mejor menú del día.
Sin embargo, pudieron eludirlo y se fueron casi volando a la casa de su hermano Práctico.
El hermano mayor que estaba fortificado en su casa, se sorprendió al verlos con el rostro pálido del miedo y ellos no demoraron en contarle lo que les había sucedido.
"Los irresponsables no tienen perdón de Dios", dijo Práctico, contándoles su plan para vencer al Lobo malo, quien no tardó en llegar a atacarlos. Dio uno, dos, hasta tres fuertes soplidos, pero no podía doblegar los muros de acero, optando a entrar por la chimenea. Jamás imaginó lo que le pasaría. Práctico colocó abajo una olla con agua hirviendo y quemó la cola del Lobo, haciéndolo huir del lugar. Los hermanos de Práctico, arrepentidos, le suplicaron su perdón y fueron muy felices. Fin
Charles Perrault
