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BATALLA DE ARICA Y DEL HÉROE FRANCISCO BOLOGNESI

BATALLA DE ARICA Y DEL HÉROE FRANCISCO BOLOGNESI

Motivo: La batalla librada contra el invasor en 1880, es un acto heroico que honra a nuestro pueblo y a su ejército, elevando a la gloria a Bolognesi y a sus colaboradores que se inmolaron en defensa de nuestro territorio.

Historia: El Perú explotaba su salitre -abono muy cotizado en Europa- que abundaba en Tarapacá. Por su parte, Chile explotaba varias salitreras en territorio boliviano.

Expansión chilena: Su ambición por apoderarse de las vetas bolivianas, los empujó a provocar la guerra con auspicio inglés, puesto que sus capitales iban a beneficiarse con el salitre, como botín de guerra.

La guerra: Fallecido el gran Miguel Grau en Angamos, ya sin nuestra armada, los chilenos se aprestaron a invadir las tierras ambicionadas.

Arica: Entonces localidad peruana había quedado aislada y el coronel Bolognesi, en inferioridad numérica se prestó a defendería. Desoyendo pedido de rendición que le hacían los enemigos; quedando grabada en la historia, su respuesta al emisario chileno: "Tengo deberes sagrados que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho".

Bello epitafio: El 7 de junio de 1880, en el morro de Arica Bolognesi, con la mayoría de sus jefes, soldados y el heroico coronel Alfonso Ugarte, murieron defendiendo el honor nacional.

LA ABEJITA WAYRA

LA ABEJITA WAYRA

La Reyna Abeja miraba el paisaje desde el pétalo de una rosa, los rayos del Sol iluminaban todo el paisaje y los jazmines bailaban de alegría mientras tanto las rosas sonreían al sentir las patitas de la Reyna Abeja. Pasó el tiempo y la Reyna Abeja se casó y fruto de su amor nació una hermosa y bellísima abejita, tan linda se le veía volar por todas las flores. Que le puso de nombre Wayra.
Una mañana la Abejita Wayra salió de su panal y observó todo el paisaje que estaba totalmente cubierto de nieve; mientras alistaba sus pequeñas alas para volar, sintió mucho frío y desesperada llamó a su mamita abeja.
- “¡Mamita, mamita!, ¿Qué paso con la naturaleza?” – preguntó.
- Hijita estamos en el invierno – respondió la Reyna Abeja.
- ¿Y qué es invierno? – se asusto la Abejita Wayra.
- Es una estación del año que siempre se presenta como en estas temporadas, pero no hay que preocuparse porque pronto pasará.
- Pero no me gusta porque no puedo jugar con las flores – se puso triste la Abejita Wayra.
Una noche la Reyna Abeja a lo lejos observó a unos hombres que estaban cortando unos árboles y muchas de sus amigas huían. Esto alarmó a la Reyna Abeja para alistar a su enjambre y a huir de aquel lugar.
- Hijita de mi corazón – dijo la Reyna. Tenemos que huir de este lugar, pero por nada del mundo te separes del enjambre.
- Pero mamita es de noche, y está nevando.
- Los hombres están destruyendo la naturaleza y muchos de nuestros amiguitos han huido para salvar sus vidas.
Comenzaron a volar sobre la nieve, la Abejita Wayra estaba desconcertada ante una situación que no comprendía.
Las demás abejas ya no podían volar por el frío y la nieve que les caía, se tuvieron que separar, hasta que la Reyna Abeja cae rendida y ya no pudo mas seguir; la Abejita Wayra se detuvo para coger a su mamita.
- Hija mía, busca un refugio para que puedas pasar allí la noche – dijo la Reyna Abeja
- Pero mamita no me abandones, estoy sola – dijo la Abejita Wayra.
- Tú eres fuerte, y serás toda una Hermosa Reyna. – dijo la Reyna Abeja
La Abejita Wayra muy triste arrastró a su mamita hasta un rinconcito, para que pueda darle calor a su mamita, pero La Reyna ya no abrió los ojos. La Abejita Wayra lloraba y lloraba y repetía constantemente ¡Por culpa de los hombres tuvimos que dejar nuestro hogar!, y así se quedó dormida de tanto llorar.
Pasaron los días y la Abejita Wayra ya no quería salir de su rinconcito.
Hasta que una mañana La Abejita Wayra observó que venía una niña alegre y canto, llevaba en su mano un pico y una bolsa llena de cosas que no se podía visualizar, y comenzó a sacar sus herramientas, mientras tanto La Abejita Wayra pensó inmediatamente que la niña le iba hacer daño a un árbol, y se iba directamente a picarle la mano, pero cuando estaba a punto de picarle la mano, observo que la niña saco un arbolito y lo puso en la tierra, para sembrarlo.
- Pensé que eras como esos hombres que cortaban los árboles – dijo la Abejita Wayra
- ¡No!, como crees no todos los seres humanos hacemos daño a la naturaleza – dijo la niña
- Yo quiero que todos los seres humanos sean como tú, tuvimos que abandonar nuestro hogar para alejarnos del peligro y con el frío murió mi mamita y perdí a todos mis amiguitos del enjambre – dijo la Abejita Wayra.
- Mira allá hay un enjambre hermoso, ¡Vamos a saludarlos! – dijo la niña.
- ¡Vamos! – dijo la Abejita Wayra, feliz
Al acercarse al enjambre, eran todos los amiguitos que había perdido la Abejita Wayra, y estos al encontrar a la Abejita Wayra la declararon su Reyna, y todos sonreían de felicidad, porque también había salido el sol que con sus enormes rayos iluminaba todo el paisaje.

Escrito por: Yohanna Boulangger.
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LA NIÑA DE LA NIEVE - Resumen

LA NIÑA DE LA NIEVE

La anciana suspiraba al revolver la sopa. Estaba triste, viendo a los niños jugar con su muñeco de nieve. Ellos no lo tenían. Su anciano esposo dejó la leña y miró por la ventana.
-¡Marusha! ¡Mira el muñeco de nieve! -le dijo a la anciana, incluyendo su gran idea ¡Hagamos nuestro propio muñeco!
-Los vecinos se burlarían, -dijo ella ya somos muy viejos.
-¡Un muñequito, Marusha! Me aseguraré que nadie nos vea.
-De acuerdo, -dijo ella riéndose- ¡lo haremos Youshko!
Salieron, llegando a un lugar escondido para trabajarlo. Lo moldearon en un abrir y cerrar de ojos; luciendo espléndido al acabarlo. De pronto, algo muy raro le pasó al muñeco: le surgieron dos ojos azules, sus mejillas brillaron y sus labios rosados comenzaron a sonreír. El viento formó unos lindos bucles, y en un mágico instante se transformó en una hermosa niñita.
Se miraron incrédulos, pero era verdad: ¡tenía vida!, pues corrió hacia ellos. Rieron y lloraron de dicha, pellizcándose, creyendo que era un sueño; decidiendo volver a casa. Allí, mientras la mujer con la niña en su regazo le cantaba una canción de cuna, el anciano tomó su mano y le dijo: - ¡Es nuestra hija! La recogimos de la nieve, por ello se llamara Snegorotchka.
Al amanecer, al llamarles «papá» y «mamá», los ancianos se sintieron felices hasta el llanto. Organizaron una fiesta invitando a todos los niños, quienes se encandilaron con la dulzura de la niña. Era la luz de vida de Marusha y Youshko. Pero el frío y la nieve iban muriendo. Todo reverdecía como si la primavera, atada en el invierno, quisiese despertar. Una tarde, Youshko observó el pálido rostro de su niña:
-Papá -le dijo ella, acercándose- ¡es que añoro la nieve!
-La nieve volverá -le dijo el anciano -. ¿No te gustan las flores?
- No son tan bonitas como la nieve- y la niña se estremeció.
A la mañana siguiente, la niña lucía peor que el día anterior.
-Hijita -le dijo Marusha-, papá y yo te protegeremos del mal y salieron de la casa. Mas el perfume floral le hizo daño. De pronto, un rayo de sol cayó como un dardo y la niña se cubrió, lanzando un grito desgarrador. Lloraba, comenzando a empequeñecer, así, hasta que «la niña de la nieve» se transformó en una gota de rocío, una lágrima en la corola de una flor. Youshko la recogió con delicadeza y se la dio a Marusha. Entonces, los ancianos entendieron que su pequeña niña estaba hecha sólo de nieve y se había derretido al calor del sol.
Cuento Ucraniano

EL MAGO DE OZ

EL MAGO DE OZ
Dorothy era una linda niña que vivía en compañía de su tío Henry, el granjero, y su esposa, la tía Em. Los días eran algo aburridos en Kansas, pero Dorothy infundía su innata alegría, aderezada con los ladridos de su travieso perrito Totó. Todo parecía normal, pero el cielo hizo temer la llegada de un ciclón. Dorothy corrió al refugio y buscó a Totó asustada; Iba a apurarse cuando sintió que la casa era desgarrada de la tierra y se elevaba por los aires.
¡Estaba volando! Allí reparó que Totó iba con ella e incluso lo salvó de una caída inminente. Y tanto duraba el viaje que optó por dormir unas horas, hasta que un tremendo estrépito logró despertarla. Se asomó a la puerta, y comprobó que habían llegado a un hermoso lugar. Tenía hambre y desayunó lo que había en la alacena. Luego llegaron gentes extrañas que dijeron ser los Munckins, agradeciéndole por matar a la Bruja Mala, señalándole unos pies con zapatos de plata que lucían dentro de la casa. "Yo no maté a nadie, solo quiero volver a casa", dijo Dorothy, pero ellos no sabían nada de Kansas. "El Mago Oz te ayudará a volver a casa y para ello irás a Ciudad Esmeralda, lo que es muy peligroso", le dijeron, aconsejándole que siga el camino de ladrillos amarillos. La Bruja Buena del Norte la besó en la frente dejándole una huella bendita y con los zapatos de plata que calzaba, de la Bruja Mala estaría protegida. Y Dorothy, con su fiel Totó, inició la búsqueda del Mago de Os. Pero no iría sola, pues en el camino hallaría al Espantapájaros que quería un cerebro, al Leñador de Hojalata que sufría por un corazón y al León Cobarde que moría por recuperar el valor. Los cinco irían a Esmeralda, en procura de recibir la ayuda poderosa del Mago de Oz, y no fue fácil. Saltaron abismos, vencieron a los feroces Kalidash, mezcla de oso con tigre; se salvaron de las amapolas venenosas y ayudaron a la Reina ratona a vencer al Gato montés. Al llegar, cada uno logró hablar con el Mago de Oz, quien, adquirió diversas formas, y a todos les dijo lo mismo: "Si quieren que les sirva, maten a la Bruja Mala del Oeste, les cumpliré todos sus deseos". Entonces buscaron y derrotaron esa Bruja; pero al volver, Dorothy y sus amigos se dieron con una sorpresa: ¡Oz era un farsante! Era sólo un viejecito, pero aún así cumplió con los deseos del Espantapájaros, del León y el Leñador y luego huyó en globo. Dorothy y Totó pudieron retornar a casa gracias a los zapatos de plata de la Bruja Mala. ¡Y todos fueron felices! .Fin
Moraleja: Todo sacrificio tiene buen destino
L. Frank Baum

YO ESCUCHÈ UNA DISCUSIÒN

YO ESCUCHÈ UNA DISCUSIÒN
La otra noche sin querer escuché una discusión. Era un lápiz y el cuaderno y también el borrador.
El cuaderno reclamaba muy enfadado a los dos. Les decía “Por su culpa me han llamado la atención. Siempre manchas y borrones, no comprendo, no, no, no.
Es el lápiz el que escribe sin prestar mucha atención. Aunque ahora que lo observo… ¡es culpable el borrador!”.
Y este lo interrumpía levantándole la voz. “¡No te pases!, ¡no te pases! ¿para qué he nacido yo?”.

Nori Rojas Morote.

LA LUCIERNAGA VIEJA

LA LUCIERNAGA VIEJA

La luciérnaga vieja, compro un pañuelo, y unas medias de lana para el invierno.
Al esconderse el sol, fue de paseo, cogidita del brazo de Juan Mochuelo. Se quedaron sin luz, cerca de un huerto, y un rayito de luna les dio consuelo.
La luciérnaga vieja y Juan Mochuelo regresaron despacio por el sendero.

Cruzaron un puentecito y, cerca del pueblo, bajo la luna clara se despidieron.

A López Andrada.
 

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