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CuentosDeDonCoco - 2010. Con la tecnología de Blogger.

LA HIJA DEL POBRE

Si eres inteligente tendrás mucho amor a tú alrededor y lo conservarás para siempre.
LA HIJA DEL POBRE
Una pareja de esposos tenían muchos hijos, a quienes no podían alimentar convenientemente.
El hombre, a pesar de trabajar desde que salía el sol hasta el anochecer, ganaba muy poco. Cuando regresaba a su hogar le recibían sus hijos ansiosos, esperanzados en que traiga algo de comer. Al no poder satisfacer el deseo de sus hijos, se llenaba de profunda depresión y tristeza.
El humilde hombre trabajaba la tierra de un hacendado que tenía extensos terrenos en numerosos pueblos. El rico señor, viendo la honradez y el sacrificio de su trabajador se apiado de é1 y le dijo: "Veo que trabajas la tierra sin ningún provecho. He pensado darte un terreno para ti y los tuyos, para que en é1 construyas tu casa, lo cultives, vendas lo que produce y puedas de esta manera salir de la miseria".
Él y su familia comenzaron a cavar las zanjas. Lamentablemente Le había tocado construir su casa al lado de la propiedad de un hombre que era muy soberbio y orgulloso. Este lleno de ira y envidia se fue a calumniarlo con su patrón; diciendo que a propósito había construido la zanja para que todos se cayeran y que una hermosa ternera había muerto a consecuencia de la caída; por ello exigía justicia.
El patrón del humilde trabajador dijo: "Veo que ambos no se entienden y no quieren ser amigos. Les voy a hacer tres preguntas, el que mejor las conteste mañana, será el ganador. El perdedor aceptara mi decisión. Estas preguntas son: ¿Qué es lo más productivo que hay?, ¿qué es lo mas rápido que existe? y ¿qué es lo mas bueno que hay?"
Ambos se fueron, el rico estaba contento porque se creía el ganador.
En cambio el pobre llego llorando a su casa, conto lo sucedido y todos comenzaron a llorar. Solo la hija menor se mostro tranquila y le dijo a su padre que repitiese más calmado lo que le había pedido su patrón. Luego de escuchar con atención dijo:
- Yo te enseñaré las respuestas y tranquilízate, creo que saldrás ganador.
A la mañana siguiente los dos hombres se presentaron ante el patrón.
El señor dirigiéndose al soberbio pregunto: "¿Qué es lo que más produce? - "Lo que más produce es mi chancho que está bien alimentado y me da manteca, tocino, carne, sangre, tripas para los embutidos y jamón" - dijo el petulante.
- "Lo que más produce es la tierra, que nos sirve de sustento a nosotros y a nuestros animales"- contesto el humilde.
Luego el hacendado le pregunto al rico: ¿Qué es lo que más rápido corre?
- "Mi caballo, porque cuando le suelto corre como una centella por montes y valles, es tan veloz que no se le ven los cascos" - respondió el hombre. - "Es el pensamiento" - dijo el pobre.

De nuevo le pregunto al soberbio: "¿Qué es lo mas bueno que hay? - "La justicia que tú haces" - contesto este.
- "Lo más bueno que hay es Dios"- dijo el humilde.
Luego de escuchar las respuestas se dirigió al pobre y dijo:
- Tú has sido el vencedor - En seguida ordenó a que echaran al hombre rico.

El patrón intrigado pregunto: "¿Quién te ha enseñado tan sabias respuestas?"
- "Ha sido mi hija" - respondió temeroso el hombre.

El señor para probar la inteligencia de la hija la invito a que viniese al día siguiente a su casa; pero debía venir ni vestida, ni desnuda; ni andando, ni cabalgando; ni por el camino, ni por el lado del camino.

El pobre regreso a su casa triste porque pensó que eso era imposible. La joven al escuchar lo que le pedía el señor se echo a reír y dijo: "No te preocupes padre yo iré".

Al otro día ella se puso una malla, monto una cabra pequeñita y cogió dos gatos uno bajo cada brazo.

Con la malla, no iba desnuda ni vestida. Encima de una cabrita no andaba, ni cabalgaba ya que la cabra estaba tan pequeña, que ella tocaba el suelo con sus pies. La cabra iba brincando de lado a lado para conseguir alimentos, de esta manera la joven no iba por el camino ni por la orilla.

Cuando el señor la vía venir se quedo admirado de su inteligencia, entonces ordeno que soltaran a dos enormes perros para que hicieran huir a la joven. Esta al verlos, soltó sus gatos; los perros fueron ladrando tras ellos. De esta manera ella llego sin contratiempos a la casa del dueño.

El hacendado ordeno que la bañaran, la vistieran y la peinaran. Pensaba casarla con un campesino rico, pero al ver la hermosura de la joven se enamoro de ella. Se casó y fueron muy felices.

Un día el señor tuvo que alejarse de la casa; y le recomendó que nunca tome una decisión sin consultarle.

En ausencia del esposo, llegaron dos hombres y comenzaron a contarle sus problemas. Un hombre declaraba: "Él me prestó una rueda para poner al carro que era tirado por una yegua. Pero en la noche mi yegua parió un potrillo muy lindo".
- Mentira - dijo el otro hombre -lo parió mi rueda, por consiguiente el potrillo es mío. ¿Dónde está su marido para que nos ayude a resolver este litigio?
- Ha ido a ver el maíz que tenemos cerca de una laguna, porque de noche salen las ranas y se los comen - contestó ella.
Ambos se quedaron estupefactos con la respuesta de 1a joven y le dijeron:
- ¿Cómo es que las ranas se pueden comer e1 maíz?
- No sé, sí 1as ranas se comerán el maíz. Lo que sé es que una rueda no puede parir a un potro.
Ellos entendieron la enseñanza y se retiraron. Cuando regresó el esposo, la joven le contó lo sucedido. Pero este se mo1estó porque ella había tomado una decisión sin consu1tarle. Entonces le dijo:
- Vete de 1a casa, ya no quiero saber nada de ti; llévate lo que más quieras de la casa, pero vete.
- Esta bien mi señor pero antes de irme te pido por favor que comamos y bebamos por última vez - suplicó 1a joven.
El esposo aceptó, en la noche ambos comieron y bebieron hasta saciarse. Cuando bebían la joven disimuladamente botaba el vino en una jarra, en cambio el esposo se lo bebía todo. Al cabo de unas horas el hombre estaba totalmente ebrio y se quedó dormido. Ella ordenó a sus emp1eados que lo colocaran en un carro y lo llevó a casa de sus padres.
Al día siguiente e1 hombre despertó en la casa de la joven y le preguntó a su esposa por qué lo había llevado a ese lugar. Ella le respondió:
- Usted me dijo que me fuera y me llevara lo que más quiero de la casa, y lo que más quiero de ahí es a usted y por eso lo traje.
El esposo se rio del proceder de su esposa, la besó y regresó con ella a su residencia... Vivieron felices hasta el final de sus días.
Fuente: Lectura es vida - Editorial: Escuela Activa. S.A.

EL LEÓN DE NATUBA - LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

Esta es una historia conmovedora, que se presenta en nuestro mundo... espero que les agrade
Nació con las piernas muy cortas y la cabeza enorme, de modo que los vecinos de Natuba pensaron que sería mejor para él y para sus padres que el Buen Jesús se lo llevara pronto ya que, de sobrevivir, sería tullido y tarado. Sólo lo primero resultó cierto. Porque, aunque el hijo menor del amansador de potros Celestino Pardinas nunca pudo andar a la manera de los otros hombres, tuvo una inteligencia penetrante, una mente ávida de saberlo todo y capaz, cuando un conocimiento había entrado a esa cabezota que hacía reír a las gentes, de conservarlo para siempre. Todo fue en él rareza: que naciera deforme en una familia tan normal como la de los Pardinas, que pese a ser un adefesio enclenque no muriera ni padeciera enfermedades, que en vez de andar en dos pies como los humanos lo hiciera a cuatros patas y que su cabeza creciera de tal manera que parecía milagro que su cuerpecillo menudo pudiera sostenerla. Pero lo que dio pie para que los vecinos de Natuba comenzaran a murmurar que no había sido engendrado por el amansador de potros sino por el Diablo, fue que aprendiera a leer y a escribir sin que nadie se lo enseñara.
Ni Celestino ni doña Gaudencia se habían dado el trabajo – pensando probablemente que sería inútil – de llevarlo donde don Asenio, que además de fabricar ladrillos, enseñaba portugués, latines y algo de religión. Y el hecho es que un día llegó el correo y clavó en las tablas de la plaza matriz un edicto que no se molestó en leer en voz alta alegando que tenía que clavarlo en otras diez localidades antes de ponerse el sol. Los vecinos trataban de descifrar los jeroglíficos cuando, desde el sueldo, oyeron la vocecilla del León: “Dice que hay peligro de epidemia para los animales, que hay que desinfectar los establos con creso, quemar las basuras y hervir el agua y la leche antes de tomarlas”. Don Asenio confirmó lo que decían. Acosado por los vecinos para que contara quién le había enseñado a leer, el León dio una explicación que muchos encontraron sospechosa: que había aprendido viendo a los que sabían, como don Asenio, el capataz Felisbelo, el curandero don Abelardo o el hojalatero Zósimo. Ninguno de ellos le había dado lecciones, pero los cuatro recordaron haber visto asomar muchas veces la gran cabeza hirsuta y los ojos inquisitivos del León junto al taburete donde leían o escribían las cartas que les dictaba un vecino. El hecho es que el León había aprendido y que desde esa época se le vio leyendo y releyendo, a todas horas, encogido a la sombra de los árboles de jazmín caiano de Natuba, los periódicos, devocionarios, misales, edictos y todo lo impreso a que podía echar mano. Se convirtió en la persona que, con una pluma de ave tajada por él mismo una tintura de cochinilla y vegetales, redactaba, en letras grandes y armoniosas, las felicitaciones de cumpleaños, anuncios de decesos, bodas, nacimientos, enfermedades o simples chismes que los vecinos de Natuba comunicaban a los de otros pueblos y que una vez por semana venían a llevarse el jinete del correo. El León les leía también a los lugareños las cartas que les mandaban.
Hacía de escriba y de lector de los demás por entretenimiento, sin cobrarles un céntimo, pero a veces recibía regalos por eso servicios.
No se llamaba León sino Felicio, pero el sobrenombre, como ocurría a menudo en el región, una vez que prendió desplazó al nombre. Le pusieron León tal vez por burla, seguramente por la inmensa cabeza que, más tarde, como para dar razón a los bromistas, se cubriría en efecto de unas tupidas crenchas que le tapaban las orejas y zangoloteaban con sus movimientos. O, tal vez, por su manera de andar, animal sin duda alguna, apoyándose a la vez en los pies y en las manos (que protegía con unas suelas de cuero como pezuñas o cascos) aunque su figura, al andar, con sus piernas cortitas y sus brazos largos que se posaban en tierra de manera intermitente, era más la de un simio que la de un predador.
Pese a que les redactaba la correspondencia, los vecinos no acabaron nunca de aceptar al León. Si sus propios padres podían apenas disimular la vergüenza que les daba ser sus progenitores y trataron una vez de regalarlo ¿Cómo hubieran podido las mujeres y los hombres de Natuba considerar de la misma especie que ellos a esa hechura? La docente de hermanos y hermanas Pardinas lo evitaban y era sabido que no comía con ellos sino en un cajoncito aparte. Así, no conoció el amor paternal, ni el fraterno (aunque, al parecer, adivinó algo del otro amor) ni la amistad, pues los chicos de su edad le tuvieron al principio miedo y, luego, repugnancia. Lo acribillaban a pedradas, escupitajos e insultos si se atrevía a acercarse a verlos a jugar. Él, por lo demás, rara vez los intentaba. Desde muy pequeños, su intuición o su inteligencia sin fallas le enseñaron que, para él los demás siempre serían seres reticentes o desagradados, y a menudos verdugos, de modo que debía mantenerse alejado de todos. Así lo hizo, por lo menos hasta el episodio de la acequia, y la gente lo vio siempre a prudente distancia, aun en las ferias y mercados.

Mario Vargas Llosa,
La guerra del fin del mundo.

ADENTRO, AFUERA, ARRIBA



A divertirse....


Adentro, afuera, arriba

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz. 

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz.

Ya Cristo vino a mi,
y limpio mi corazón,

Ahora brinco, salto, canto,
Yo soy muy feliz.

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz.

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz.

Ya Cristo vino a mi,
y limpio mi corazón,

Ahora brinco, salto, canto,
Yo soy muy feliz.

LEYENDA DEL SOL Y DE LA LUNA

Entérate como el sol y la Luna se separaron... ojo sólo es una leyenda.

Los chamas, antiguos habitantes del Perú, tienen una leyenda sobre el origen del día y la noche.
Cuentan que el dios Habi tuvo dos hijos: Bari, dios del Sol, y Use, diosa de la Luna.
Un caluroso día de verano, Use se sentó a la orilla de un lago para refrescarse. Su hermano Bari la vio y como era alegre y vital, decidió gastarle una broma.
Se untó las manos con la oscura resina de una árbol y se acercó sigilosamente a Use. Cuando llegó hasta ella, Bari froto sus negras manos en el rostro de Use.
Ella se miro en el espejo del agua y, al verse así, rompió a llorar desconsoladamente.
- ¡No volverás a verme nunca! – le gritó a su hermano.
Y ascendió a los cielos, ante el estupor de Bari.
Desde entonces Use, la diosa de la Luna, sale siempre de noche, cuando el Sol se ha ocultado.
Fuente: TRADICIÓN ORAL ANDINA

LA ZORRA Y LA PANTERA

Quieres ser hermosa (o), entérate que es lo que debes hacer, seguro que les gustará

Disputaban otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza. La pantera alababa muy especialmente los espaciales pintados de su piel. Replicó entonces la zorra diciendo:
- ¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!
MORALEJA:
Para los pretenciosos. Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.
Valor alentado: agradecer lo que Dios nos dio.
La zorra y el perro.
Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho un pequeño corderillo, fingió acariciarle. Llegó un perro y le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo?
- Le acaricio y juego con él – dijo con cara de inocencia.
- ¡Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!

MORALEJA: Al impreparado lo delatan sus actos. Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.
Valor alentado: La preparación que es educación.

Fuente: Fábulas ejemplares de Esopo

¿FALLAN LAS MATEMÁTICAS?

Vamos diviértete con tus amigos...
Si tú afirmas, que puedes demostrar que la mitad de trece es ocho, tus oyentes creerán que no estás en sano juicio, pero aceptarán la broma, cuando tomes diez palillos, o trazando en el tablero diez rayas, en la forma indicada en el grabado, formes en números romanos trece.

Una vez formado este número, quitas tranquilamente cinco palillos o rayas de la parte de abajo, con lo cual todos pueden constatar que la mitad de trece es ocho.

Fuente: Victor Villegas
 

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