LAS DANZAS DE LA CAMELLA

Practicaba una y otra vez sus piruetas. Trabajó así durante largos meses bajo el sol del desierto. Tenía los pies llenos de ampollas y le dolía todo el cuerpo por e! cansancio, pero ni una sola vez pensó en dejarlo.
Por fin la camella dijo:
- Ya soy bailarina.
Anunció un recital de danza y bailó ante un grupo de camellos, Cuando acabó su exhibición, hizo una profunda reverencia.
No hubo aplausos.
- Tengo que decirte con franqueza - dijo un miembro del auditorio - que eres torpe y barrigona: Como todos nosotros, eres simplemente un camello.
- ¡No eres ni serás nunca bailarina de ballet!
Y el auditorio se alejó por la arena con risas más o menos disimuladas.
- ¡Qué equivocados están! -exclamó la camella-. He trabajado mucho.
No hay duda de que soy una bailarina estupenda, Callaré y bailaré para mí sola.
Y eso fue lo que hizo. Y le proporcionó muchos años de placer.
ARNOLD LOBEL
