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CuentosDeDonCoco - 2010. Con la tecnología de Blogger.

LAS RANAS PIDIENDO REY

Atención para las elecciones municipales y presidenciales…. Elijan bien :)

Cansadas las ranas del desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey. Zeus, atendiendo su petición, le envió un grueso leño a su charca.

Espantadas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo y dada la quietud dominante, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin reposo.

Y asi, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara el rey, pues éste era demasiado tranquilo. Indignado Zeus, les mandó una serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

MORALEJA: Elegir un gobernante sencillo y honesto, en vez de uno muy emprendedor, pero malvado o corrupto.

VALOR ALENTADO: Saber optar entre el bien y el mal

Fuente: Fábulas de Ejemplares de Esopo

UN LORO MUY INTELIGENTE

Un cuento precioso de un Loro que quería ser feliz…tenía todo pero no su libertad, hasta que lo consiguió.

Había una vez un comerciante que tenía un loro precioso, con plumas de bellos colores y muy, muy listo.
El pájaro vivía en una elegante jaula dorada y se paseaba el día hablando.

Un día, el comerciante tuvo que marcharse de viaje a un lejano país. Antes de partir, todos sus amigos le pidieron algo. Entonces, el hombre le preguntó al loro:

- Y tú, ¿qué quieres que te traiga?
- Allí hay un bosque donde viven unos loros que son muy felices – dijo el loro -. Pregúntales cuál es el secreto se su felicidad.

Poco después, el comerciante partió para aquel lejano país. Allí arregló sus asuntos y luego compró lo que habían pedido sus amigos.

Ya sólo le quedaba cumplir el encargo del loro. Así que se fue al bosque de lo loros felices. Era un bosque frondoso, de árboles enormes, en cuyas ramas vivían cientos de loros. El hombre alzó la vista hacia las ramas y dijo:

- Amigos, mi loro quiere saber cuál es el secreto de su felicidad.

Los loros guardaron silencio, y de repente, uno de ellos se cayó al suelo desde una rama. Poco después, le pasó lo mismo a otro; y luego, a otro más. El comerciante no entendía nada. Repitió la pregunta y volvió a ocurrir lo mismo. El hombre se marchó asustado.

Poco después regresó a su país. Se reunió con sus amigos y les preguntó lo que le habían pedido. Aunque todos estaban contentos, él estaba preocupado: tenía que contarle a su loro que no traía ninguna respuesta.

Un poco apenado, el hombre se acercó a la jaula y dijo:

- Tus amigos no han querido responderme.
- ¡Es imposible! – dijo el loro-. Algo te habrán dicho.
El hombre intentó explicarle lo ocurrido:

- Cuando se lo pregunté, todos se quedaron callados. Luego se desmayaron y se cayeron al suelo. No lo entiendo.
Entonces, el loro guardó silencio y… ¡plof! También se desmayó.

El comerciante, muy sorprendido, lo sacó de la jaula y lo puso a la ventana para que le diera el aire.

Inmediatamente, el loro abrió los ojos y se escapó volando hasta una rama cercana.

- Gracias por traerme la respuesta- le dijo le loro a su antiguo dueño-. Mis amigos loros te dijeron lo que yo tenía que hacer para ser libre. Y ahora que soy libre, ¡ya soy un loro feliz!
Luego, el loro se alejó volando por el cielo.

Nazanin Amirian

A DORMIR

La historia de siempre de todos los niños

¿Por qué tanto baño?
¿Por qué más jabón?
¡Se mete en los ojos y arde un montón!

¿Lentejas de nuevo?
¿Verduras otra vez?
¡Yo quiero hamburguesa!
¡Yo quiero puré!

¿Ahora a la cama?
¿No puedo jugar
o mirar la tele?
¿Me dejas mamá?

Silencio, tesoro.
Apaga la luz.
Por fin se ha dormido.
¡Qué niña! ¡Qué cruz!

Mary Solary.

AMIGDALITIS

Una bonita historia de Rafael
A Rafael le dolía mucho la garganta. El médico le dijo que tenía amigdalitis y que lo tenían que operar.

Rafael se puso morado del susto. Pero luego, el doctor le explicó que las amigdalitis son unos órganos que están en la garganta. Le dijo que son muy fáciles de operar.

Entonces, Rafael quedó feliz con la idea de operarse y avisó a todos sus amigos de la escuela.

Sandra le di su silbato para que llamara, porque tendría que están sin hablar unos días. Valeria le llevó un osito celeste. Era muy, muy suave. Daba gusto abrazarlo.

David le regalo su plumón fosforescente. “Con él podrás escribir cuando estés a oscuras”, le dijo.

Paco, cuando se enteró de la operación, pensó: “¡Los helados son muy buenos para los operados de la amígdalas!”. Entonces sacó todas las cubetas de la refrigeradora. Lleno unas con naranjas. Otras con leche chocolatada. Las demás, con jugo de fresa.

Llegó el día de la operación de Rafael: el martes. Y la hora: las doce y media. Sus amigos de la escuela estaban atentos al reloj.

Por fin, el reloj estuvo como partido por la mitad. Entonces, todos cerraron los ojos y cruzaron los dedos.

Después del colegio, los chicos fueron a ver a Rafael. Estaba rodeado de almohadones. Como un rey.

Paco se acercó con una caja de tecnopor, como si fuera el cofre del tesoro y le dijo:

- ¡Aquí tienes helados de mil colores y sabores!
Abrió la caja de tecnopor. Y los cubitos de color chocolate, naranjas y rojos aparecieron a la vista de todos como lindas joyas.

Ana Rosseti

LA TORTUGA PRESUMIDA

Un linda historia de la Tortuga, paso por paso
Iba una tortuga
por la capital,
iba despistada
con tanto autocar.

Buscaba una tienda,
quería comprar
un sombrero nuevo
y medias un par.

Se compró un sombrero
con cintas de seda,
y muy elegante
salió de la tienda.

Gloria Fuertes.

PAPÁ NOEL Y LAS PALOMAS

Una linda historia de El Cartero Arturo.
En Valleblanco, un pequeño pueblo, había un nuevo cartero. Se llamaba Arturo y era un joven trabajador. Se pasaba el día corriendo de aquí para allá repartiendo las cartas. ¡Tenían que llegar a tiempo!

Un buen día, Arturo encontró en el buzón un sobre que decía así: “A Papá Noel – Polo Norte”

El joven se quedó muy extrañado. ¿Dónde estaría el Polo Norte? Él era un cartero nuevo y no sabía dónde vivía Papá Noel.

A la mañana siguiente encontró un montón de sobres como aquel. Y muchos más. Y mas al día siguiente, y al otro… Arturo no sabía qué hacer.

Mientras tanto, en el Polo Norte Papá Noel estaba ocupadísimo: tenía que leer miles de cartas de los niños y preparar los juguetes para ellos.

- ¡Qué raro! – dijo-. Este año no me ha llegado ni una carta de Valleblanco. Algo raro sucede allí.
Y era verdad. En Valleblanco, Arturo estaba cada vez más preocupado. Casi lloraba pensando en que los niños se iban a quedar sin juguetes por su culpa.

Una tarde, cuando sólo faltaban dos días para la noche de Navidad, una paloma blanca se posó en la ventana de Arturo y dio unos golpecitos con el pico en el vidrio: toc, toc, toc, Arturo no hizo caso, pero la paloma insistió: toc, toc, toc.

El cartero abrió al fin la ventana y la paloma le dijo:

- Amigo, te veo muy triste y vengo a ofrecerte mi ayuda.
- Gracias, palomita, pero no puedes ayudarme. ¡No sé adónde llevar las cartas de los niños!
- ¡Claro que puedo ayudarte! – dijo el ave-. Yo soy una paloma mensajera y sé muy bien dónde vive Papá Noel.
A Arturo se le iluminaron los ojos. ¡Aún no estaba todo perdido!

La paloma llamó a sus amigas y al momento llegaron palomas de todo el mundo a la oficina de Arturo. Y cada una cogió una carta con su pico y echó a volar. ¡Una gran nube de palomas volaban hacia el Polo Norte!

- Gracias, amigas – les gritó Arturo-. ¡Y buen viaje!

Papá Noel ya estaba a punto de salir de viaje con los juguetes. ¡Pero no había ninguno para Valleblanco! De pronto, ¡Qué maravilla!, apareció en el cielo una gigantesca bandada de palomas mensajeras.

Los ayudantes de Papá Noel abrieron las cartas y cargaron en el trineo los juguetes destinados a Valleblanco.

En Nochebuena, Arturo se acostó temprano, aunque muy inquieto. No sabía qué había pasado con las palomas.

La mañana de Navidad fue muy alegre en Valleblanco, porque todos los niños tenían los regalos que habían pedido en sus cartas. Y Arturo encontró, junto a sus zapatos, un papelito con la dirección de Papá Noel y una preciosa bicicleta. ¡Qué bien repartiría ahora las cartas!

Autor Anónimo.

EL TRAJE DEL GALLINAZO.

Una historia linda del Gallinazo
Hace ya mucho tiempo, cuando los pájaros sabían hablar igual que las personas, ocurrió la siguiente historia que me contaron mis abuelos.

En esa época, los papagayos era los que confeccionaban en la montaña, un gallinazo se dirigió al sastre para mandarse hacer un traje de fiesta. Le mostró una magnifica tela que había conseguido.

El sastre aceptó gustoso hacerle su vestido, pero le dijo:

- Últimamente tengo mucho trabajo. Quizá me demore un poco para entregarte tu traje.
Eso no preocupó tanto al gallinazo. Pero sí le preocupó lo siguiente que le pidió el papagayo:

- Tendrás que dejarme el traje que llevas puesto para que me sirva de modelo.
- ¡Imposible! Es el único que tengo. ¿Cómo voy andar sin ropa? ¿Qué me dirán las mujeres? No, no lo acepto- contestó el gallinazo.

Pero el gallinazo tuvo que ceder, pues si no lo hacía, no tendría su traje nuevo. Muerto de vergüenza, regresó a su casa por los caminos más ocultos y menos transitados, pues no quería que nadie lo viera, y prometió volver después de tres días.

Al cabo de este tiempo volvió, pero el traje no estaba listo. Regresó después de dos días y sucedió lo mismo.

Al ver que no estaba listo su traje nuevo, le exigió al sastre que le devolviera por los menos el viejo. Pero se dejó convencer una vez más con las palabras del papagayo.

Paso el tiempo y llegó el día de la fiesta del pueblo. Entonces el gallinazo regresó preocupado a las casa del sastre. Pero se dio con una terrible sorpresa: no encontró al papagayo, ni el traje viejo, ni la tela del nuevo. Durante varios días buscó por toda la comarca al sastre sinvergüenza, pero no lo halló.

Felizmente para él, una vieja amistad lo unía a su compadre el cernícalo, así que fue a pedirle una manta negra para cubrirse.

Se la colocó por encima de la cabeza, de modo tal que le caía sobre la espalda, dejando desnuda la parte superior. Se presentó vestido así a la celebración y desde ese entonces, el gallinazo se vistió de esa manera para siempre.

Del papagayo ladrón se supo que huyó a los árboles y desde entonces vive escondido entre las ramas.

Leyenda Peruana.

SEÑORA NATURALEZA – 23 de setiembre: Día de la Primavera

Un bello poema para nuestra Señora Naturaleza
Vivimos en un planeta
todo lleno de riquezas
que nos da la generosa
señora Naturaleza.

Si uno abre bien los ojos,
puede ver muchos tesoros:
la Luna es de plata pura,
la luz del Sol es de oro.

Los bosques son esmeraldas
y los mares son turquesas,
las montañas son diamantes
con nubes en la cabeza.

Señora Naturaleza,
dama de mil bellezas:
insectos muy pequeñitos,
profundidades inmensas.

Señora Naturaleza,
¡cuántos trajes tiene usted!
a veces usa el de abeja
y otras se viste de nuez.

Señora Naturaleza,
con mil caras diferentes:
es piedra y es vegetal,
es animal y es la gente.

Todo parte de lo mismo
mil rayos de un solo Sol,
                                                            el pasto, el agua del río,
                                                            los árboles, tú y yo.

                                                          Adela Basch

ICHI, EL ENANTO – Día del Folclor 22 de agosto

Hola amiguitos, hoy les presentaré una historia bonita de Ichi - El Enanito
Bajo el cielo azul y limpio del Callejon de Huaylas estás Qjelle Huanca.
Cuenta la leyenda que hace, mucho años, en Qjlle Huanca se abrió la tierra y brotó un enanito. Se llamaba Ichi, que en quechua significa “pequeño”. A Ichi le gustaba estar desnudo. Y tenía una cabellera brillante como el fuego.

El día que Ichi brotó de la tierra, se sentó sobre una piedra y sacudió alegremente su encendido su cabello. Sus ojitos era muy hermoso, de sembríos verdes adornados de amarillo retama. Pero hacia mucho frio. Ichi se estremeció y se puso a llorar como un lechoncito.

Más tarde, el sol calentó los campos y el enanito, muy contento, empezó a saltar por entre los riscos y las peñas. Su cabellera roja se andaba enredando entre las pencas y las tunas. A Ichi le fue gustando Qjelle Huanca y se quedó allí.

En las noches, tocaba su barriga como si fuera un tambor. Y el sonido ronco resonaba de cerro en cerro. En las tardes calladas soplaba su quena, y la flautita se llenaba de tinos.

Pero sobre todo, a Ichi le gustaba asustar a los campesinos, y cuando los encontraba recogiendo leña, gruñía sordamente.

A Ichi le divertía mucho cantar debajo de la tierra, y sus canciones salían al aire como el agua de algunos puquiales cuando se convierte en nube. En los amaneceres celestes, las tonadas lejanas del enanito Ichi despertaba a los niños, y territorios mugían dulcemente.

Nadie en Qjelle Huanca vio jamás el enanito de la caballera roja, pero lo adivinaban en el agua, en los cerros, bajo la tierra. Todas las noches esperaban su toque de tambor para dormirse, y se acostumbraron tanto al canto de su flautita, que al cabo de un tiempo ya no supieron amanecer sin él.

Leyenda del Callejón de Huaylas
 

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