MESSUA

-¿Por qué le temen? -dijo el sacerdote-. Acaso no ven las cicatrices que lleva en piernas y brazos. son los mordiscos de , los lobos. Es un niño lobo que ha escapado de la Selva.
Eran huellas de sus juegos con los lobatos, no mordiscos.
-¡Pobre! -dijo una mujer-. Lo han mordido los lobos. ¡Y es tan bello!
Yo diría, Messua, que es el niño que te robó el tigre.
-¡Lo miraré! -dijo una mujer que orlaba sus muñecas y tobillos con brazaletes de cobre-. Sí, se parece mucho a mi niño.
