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CuentosDeDonCoco - 2010. Con la tecnología de Blogger.

LA LEYENDA DE LA CAÑA (22 de agosto: Día del folclor)

La Caña y el Viendo dos grandes compañeros
En tiempos remotos; cuando aun las cosas del mundo no tenían nombre, había una caña que nació un poco alejada del cañaveral.
El viento, que siempre ha sido bastante juguetón, un día pasó por allí y viéndole tan solitaria, decidió darle un buen susto.

Primero, sopló con fuerza alrededor de la caña, pero ni siquiera logró despeinarle las hojas. Después, subió y subió para lanzarle luego en picada sobre ella, pero la caña seguía erguida, como si nada ocurriera. Entonces, el viento se puso a danzar por todas partes, silbando y haciendo sonar las piedras; pero la caña, delgada, valiente y tranquila se inclinó ante él y se lo tragó de un bocado.

Los esfuerzos del viento por tratar de salir se convirtieron en sonidos, que se fueron trenzando hasta armar un dulce y extraña melodía. Así nació la música del viento.

Al viento le agradó mucho aquella música. Desde entonces, acostumbra bajar al cañaveral o quedarse cerca de él. Se esconde entre las ramas para sorprender a la caña y meterse en ella cuando bosteza. De vez en cuando, toma el dulce perfume de las flores para llevárselo a su amiga, la caña.

Una niña andaba por aquel lugar y escuchó una música nueva y maravillosa. Se acercó intrigada. Creyó que el gorrión había inventado un nuevo canto. Cuando puso más atención, descubrió el secreto que tenían la caña y el viento.
Cortó un pedazo de caña y se puso a soplar del agujero para sacarle nuevos silbidos y quejas. La niña empezó a amar, en seguida, aquella música. Tomó una, dos, tres… ocho cañas, de todos los tamaños, las ató y armó una antara.

Y llamó al viento… pero al viento que había encontrado en su corazón.
Desde ese día, lleva al cañaveral y al viento en su bolsillo.

De vez en cuando, se la oye cantar esta melodía:

“Cuando el viento duerme
entre las flores;
y se callan los ruiseñores,
mi antara
empieza a regalarme
canciones”.
Arturo Vergara.

DAMIACILLO - DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO

Cuando hay amor, allí está Dios...
Cuando nació Damiancillo, todo el pueblo pensaba que sería un niño como cualquier otro. Pero a medida que el tiempo pasaba y Damiancillo crecía. Todos se dieron cuenta de que no hablaba. Muchos doctores lo vieron, pero la enfermedad de Damiancillo no tenía remedio.

Todos estaban muy tristes: padres, hermanos, amigos y vecinos hacían grandes esfuerzos para comunicarse con el niño.
¿Crees que Damiancillo a ser un niño normal?
Un día sucedió lo más inesperado. Cuando Damiancillo jugaba con sus hermanas y hermanos en el jardín, extendió sus manos para coger una hoja y comenzó a mover sus dedos para, a través de señas, comunicarse con ellos.

Al principio les costó mucho entender lo que decía, pero pronto todos le hablaban con señas y se entendían muy bien.

En poco tiempo, todo el pueblo aprendió el lenguaje de las señas para comunicarse con Damiancillo. Él era muy feliz, al fin tenía amigos con los que se divertía muchísimo sin necesidad de hablar. Los habitantes del pueblo, a pesar de que algunas veces Damiancillo no estaba presente, practicaban su nuevo lenguaje para que cada vez que el niño estuviera con ellos se sintieran bien.

Una mañana llegó al pueblo un cartero que nadie había visto antes. El alcalde reunió a todos los habitantes en la plaza para dar la bienvenida al cartero. Antes de que el Alcalde saludara, él con voz alta y clara dijo:
- Yo no soy el nuevo cartero. Yo soy un ángel del Señor: He venido hasta aquí para darle su bendición, ya que él sabe que este pueblo está lleno de solidaridad. Además, conmovido con su bondad, les concederá la gracia de vivir en comunidad para ayudarse los unos de los otros:
El Alcalde, pensativo, fue muy claro al decirle:
- Ángel de Dios, si un deseo tenemos que pedirte, es que la próximas vez que nos visites, no nos des los recados del Seños con palabras, sino con señas, para que Damiancillo los entienda.
Y por supuesto, todo este mensaje lo dijo el Alcalde con señas, y Damiancillo y todos los habitantes del pueblo lo entendieron.
¿Será posible que un ángel vestido de cartero bendiga a un pueblo por su solidaridad?
Joaquín Aguirre Bellver.

UNICEF - ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA.

Editorial:

Para saber cómo será el futuro, a veces no es necesario acudir a las supercomputador. Para saber cómo será el próximo siglo, basta ver como ayudamos hoy a nuestras niñas y niños. La ciencia y la tecnología ejercerán influencias sobre el mundo del mañana, pero no hay que olvidar el cuidado de las mentes y los cuerpos de los más pequeños para tener un buen futuro.

En el “Estado Mundial de la Infancia 1998”, Unicef, organizó de las Naciones Unidas dedicado exclusivamente a atender a las niñas y niños del mundo, enuncia una verdad urgente. La buena nutrición, es decir, una buena alimentación, puede cambiar profundamente la vida de las niñas y niños. Nuestra ayuda solidaria servirá para proteger su salud física y mental.

Más de 200 millones de niñas y niños en el mundo están desnutridos. La desnutrición es una de las causas principales de la muerte de más de la mitad de los 12 millones de menores de 5 años que se registran anualmente en el mundo.
Las niñas y niños desnutridos suelen sufrir la pérdida de sus capacidades intelectuales. Se enferman con frecuencia, y si sobrevivirán, pueden llegar a la edad adulta con discapacidades mentales y físicas permanentes. Este sufrimiento se debe a enfermedades que, en gran medida, se pueden prevenir.

El mundo sabe qué debe hacer para poner fin a esta desnutrición. Sobre la base firme de la cooperación, la ayuda, la solidaridad de las comunidades locales, de las organizaciones no gubernamentales, de los gobiernos y los organismos internacionales, es posible encauzar el futuro – y las vidas de nuestros hijos – por la senda que nosotros elijamos, y que las niñas y niños merecen. La senda que lleva al crecimiento, al desarrollo saludable, a la justicia social y a la paz.
Kofe A. Annan
Secretario General de la Naciones Unidas.

EL SOL Y EL ERIZO (23 de setiembre: Día de la primavera)

El gran amigo del erizo es...
Hace mucho, mucho tiempo cuando los erizos aun no tenían púas, el sol decidió dar una fiesta para celebrar con los animales su próxima boda. Cuando llegó el día de la fiesta, todos los animales acudieron al palacio del Sol.
- Vamos amigos, - decía el Sol -. ¡Coman y beban lo que quieran! Pronto voy a casarme y quiero celebrarlo con ustedes. ¡Entren, entren!
Los animales entraron al palacio, y empezaron a comer y a beber. Todos entraron, excepto el erizo que se sentó en un rincón, sacó una piedra de su bolsillo y empezó a roerla.
Al cabo de un rato, el Sol se acercó al erizo y el dijo amablemente:
- Erizo, ¿se puede saber qué haces con esa piedra? ¿Es que no te gustan estos manjares? Si quieres otra cosa…
- ¡Oh, no gran Sol! No quiero nada…
- Amigo erizo – continuó el Sol- . Seré sincero contigo. Me extraña tu comportamiento. No pareces muy contento con mi próxima boda.
- La verdad, yo… he pensado y verás… Se me ha ocurrido que hasta ahora tú has sido siempre único Sol y nos das luz y calor en abundancia.
Bueno a veces, nos das incluso demasiado calor… nacerán mas soles dentro de poco y hará tanto calor que las plantas se secarán y morirán. Toda la Tierra se convertirá en un gran desierto… Y entonces, ¿Qué comeremos? ¡Nada! ¡Nada, excepto piedras como ésta!
- Ya entiendo…- dijo el Sol.
- Por eso – continuó el erizo- estoy entrenándome ya con esta piedra…
El Sol quedó serio y pensativo durante un buen rato. Poco después mandó a callar a sus invitados.
- Queridos amigos- dijo el Sol-, siguiendo los sabios consejos del erizo, he decidido no casarme. La fiesta ha terminado.
En ese mismo instante, un gran murmullo se extendió por toda la sala. Los animales, furiosos, clavaron los ojos en el pequeño erizo y se abalanzaron sobre él. Pero el gran Sol lo escondió entre sus rayos y dijo:
- ¡Márchense! Y les prohíbo que acerquen al erizo. ¿Entendido?
Los animales no tuvieron más que salir del palacio.
- ¿Ya estás contento, amigo erizo? – preguntó el Sol.
- Si… - respondió el erizo-, pero en cuanto salga de aquí, todos me molestaran y tu no estarás para defenderme.
Entonces el Sol, como muestra de agradecimiento, decidió regalarle el erizo una manta de púas, puntiagudas para cubrir el cuerpo.
- Toma, erizo, a partir de ahora nadie se atreverá a tocarte.
Y, en efecto, desde aquel día todos los erizos tienen púas y nadie se atreve a molestarlos, porque el Sol se podría enojar mucho
José Manuel De Prada.

EL PRECIO DEL HUMO – 24 DE JUNIO DÍA DEL CAMPESINO

El día del campesino
Un día, un campesino fue a la ciudad a vender sus productos. De regreso a casa, entro en una posada a descansar un rato. Como era día de mercado, la posada se encontraba llena de gente.
- ¿Qué quieres comer? – le preguntó el posadero.
- Una hogaza de pan y un jarrito de vino - respondió el campesino.
Mientras el posadero se alejaba, el campesino fijó sus ojos en un pavo que estaba asándose en el horno y que desprendía un olor delicioso. ¡Cuánto le gustaría comerse un poco de aquel pavo! Pero… ¡Cuánto costaría!
Al cabo de un rato, el posadero regresó con el pan y el jarrito de vino. El campesino empezó a comer sin poder apartar los ojos del pavo… ¡olía tan rico!
De pronto, tuvo una idea. Se levantó con el pan en la mano y se acercó al fuego. Colocó el pan sobre el humo que despedía el pavo y espero unos minutos. Cuando el pan se impregnó bien de aquel olor tan suculento, lo retiró del fuego y se dispuso a comer: Pero al ir a morderlo oyó una que gritaba:
- Te crees muy listo, ¿verdad? Intentabas engañarme, pero tendrás que pagar lo que me has robado.
Los gritos del posadero despertaron la curiosidad de la gente.
Las conversaciones se interrumpieron y todo el mundo miró hacia los dos hombres.
- Yo… yo no te he quitado nada. Te pagaré el pan y el vino – dijo el campesino.
- Sí, claro… ¿y el humo qué? ¿Acaso no piensas pagarlo?
El campesino, sin salir de su asombro, intentaba defenderse:
- ¿Cómo que el humo no vale nada? Todo lo que hay en esta posada es mío. Y quien lo quiera, debe pagar por ello.
En ese momento, un hombre sabio que se encontraba comiendo en la posada con otro caballero intervino en la discusión:
- ¡Cálmate, posadero! ¿Cuánto pides por el humo?
- Me conformo con cuatro monedas – respondió satisfecho el posadero.
El pobre campesino exclamó preocupado:
- ¡Cuatro monedas! Es todo lo que he ganado hoy:
Entonces el hombre sabio se acercó al campesino y le dijo algo en voz baja.
El campesino abrió su bolsa y le dio sus cuatro monedas al sabio.
- Escucha, posadero – dijo el sabio haciendo sonar en su mano las monedas – Ya estás pagado.
“¡Clin, clin!”, sonaban las monedas en manos del sabio.
- ¿Cómo que ya estoy pagado? ¡Dame las monedas!
- ¿Las monedas? – preguntó el sabio - . ¿Acaso el campesino se comió el pavo? Él sólo cogió el humo. Pues para pagar el humo, bastará con el ruido de las monedas.
Y ante las risas de todos, el posadero no tuvo más remedio que volver a su trabajo y dejar marchar tranquilamente al campesino.
Cuento popular
 

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