TAXI PARA LAS ESTRELLAS

No se sentía contento porque había hecho pocas carreras y tuvo más de un cliente caprichoso, incluyendo a una señora que le había hecho esperar cuarenta minutos fuera de una tienda; además el guardia le había multado. Mientras miraba a los transeúntes, vio a un señor que le hacía una señal: ¡Taxi, taxi! Compagnoni Peppino frenó el coche rápidamente y dijo:
- Voy hacia abajo, hacia Porta Génova, ¿le viene bien?
- Vaya adonde quiera, pero rápido.
-No, iremos donde usted quiera.
Siempre que no se salga de m camino.
- ¡De acuerdo! ¡Póngase en marcha y siga siempre adelante!
El taxista aceleró y siguió adelante.
En tanto, observaba al pasajero por el espejo retrovisor: ¡Qué tipo!;
"vaya donde quiera, siga siempre adelante... “La cara se le veía poco, medio oculta por el cuello de abrigo y el ala del sombrero. "Uuy, pensaba Peppino, ¿no será un ladrón? Voy a fijarme si nos persigue alguien. No, parece que no. Ni maleta ni bolsa. Sólo un paquetito y ya. Ahora lo abre.
¿Qué llevará? ¿Qué puede ser eso? Casi parece un trozo de chocolate. Exacto, chocolate azul,
¿Chocolate azul? Pero él se lo come. Bueno, hay gustos para todo. Ánimo Peppino, que ya casi hemos llegado. Eh, digo, pero... ¿Qué es esto? ¿Qué pasa? ¿Qué hace usted?, ¿qué trama?
- No se preocupe -respondió el pasajero -, siga siempre adelante.
- ¡Pero qué adelante ni qué nada!
¡Por aquí no se va ni para delante ni para atrás! ¿No se ha dado cuenta de que estamos volando?
¡Socorro...!
El Compagnoni Peppino viró para embestir las antenas de la televisión en lo alto de un rascacielos. Luego siguió protestando:
- No tenga miedo, no pasará nada.
-Sí, claro, usted lo llama nada. Un taxi que vuela por el aire es algo que pasa a cada momento, pero mire, recarambola, estamos sobre la catedral de Milán, si nos caemos.
Adiós muy buenas. ¿Puede saberse qué broma es ésta?
- Debería darse cuenta por sí mismo de que no es una broma -replicó el pasajero-
Estamos volando, ¿y qué?
- Pero cómo que ¡y qué! ¡Mi taxi no es una nave espacial!
- Ahora hágase la idea de que es un taxi espacial.
- ¡Cómo que espacial! Ni siquiera tengo permiso para pilotar. Hará que me multen, ya lo verá. ¿Y quiere explicarme cómo es que podemos volar?
- Es sencillo. ¿Ve esta sustancia azul?
-La he visto, sí, también he visto que ha comido un trocito.
-Sí, basta con tragar un pedacito para que funcione. Es un motor antigravitacional que nos hará alcanzar la velocidad de la luz, más un metro.
-Muy bien, muy bien, todo eso es muy interesante. Pero yo tengo que irme a casa, estimado señor. Yo vivo en Porta Génova, no en la Luna.
- No vamos a la Luna, sino al séptimo planeta de la estrella Aldebarán. Allí vivo.
-Me alegro mucho, pero yo vivo en la Tierra.
-Escuche, voy a decirle de lo que se trata. Yo no soy un terrestre, soy aldebariano.
- ¿Qué es lo que tengo que mirar?
-Aquí, ¿ve el tercer ojo?
- Recarambola, es verdad que tiene tres ojos.
-Míreme también las manos.
¿Cuántos dedos tengo?
- Uno, dos, tres... seis ... doce. ¿Doce dedos en cada mano?
-Doce. ¿Se ha convencido ya? He estado en una misión en la Tierra, para ver cómo van las cosas entre ustedes, y ahora regreso para informar.
- ¿y yo? ¿Qué hago para volver a casa?
- Le daré un trocito y estará en Milán en un momento.
El aldebariano no pudo medir bien dando saltos de un lado a otro de la Galaxia antes de acertar con el planeta de aldebariano. Pero cuando llegaron, era tan bonito, sus habitantes tan amables y su guiso de arroz azul, la especialidad, tan sabroso, que Peppino ya no sintió tanto anhelo por regresar a Milán.
Se quedó quince días, pasando de maravilla en maravilla. Tomó nota de todo y, una vez en la Tierra, publicó un libro, ilustrado con más de doscientas fotografías, que se tradujo a noventa y siete idiomas y le valió el Premio Nobel. En la actualidad, Peppino es el taxista - escritor -explorador más famoso del sistema solar.
Gianni Rodari
