EL CORREDOR QUE SALVÓ LA CIUDAD

Su intención era conquistar Atenas y toda Grecia. Ante esta situación, el Consejo de Ancianos de la ciudad de Atenas se reunió urgentemente:
-Tenemos que defendernos de los persas.
Formaremos un ejército con todos los hombres de la ciudad.
Si perdemos la batalla, nuestras mujeres y nuestros ancianos incendiarán Atenas y huirán. No podemos permitir que nuestra ciudad caiga en poder de los persas.
Los ejércitos persa y ateniense se enfrentaron en la llanura de Maratón.
Por cada soldado ateniense había nueve soldados persas. Sin embargo, los atenienses lograron derrotar a los persas.
Mientras los persas huían, el general ateniense Milcíades llamó a Filípides.
Y le dijo:
- Filípides, tú eres nuestro atleta más veloz y no tenemos tiempo que perder.
Parte hacia Atenas antes de que nuestros ancianos y nuestras mujeres incendien y abandonen la ciudad.
Desde Maratón hasta Atenas hay 43 kilómetros, una distancia muy grande pata recorrer después de una dura batalla.
No obstante, Filípides lavó sus heridas, tomó sus armas y despreció el caballo que le ofrecían.
Estaba convencido de que llegaría antes corriendo que a caballo.
Filípides tuvo que subir montañas y atravesar ríos. A mitad de camino tuvo que luchar contra dos soldados persas que habían huido del campo de batalla.
Cerca de Atenas, Filípides cayó desfallecido:
“Tengo que llegar. Es imprescindible que llegue. No puedo permitir que mis amigos quemen nuestra hermosa ciudad.”
Se levantó. Hizo un último esfuerzo. Cerca estaban las murallas.
Desde Atenas, alguien divisó una figura que se acercaba tambaleándose:
-¡Es Filípides! Vamos a ayudarle.
Cuando llegaron sus amigos, Filípides se desplomó susurrando:
-Hemos vencido.
Filípides murió, pero con su esfuerzo consiguió salvar la ciudad de Atenas.
En los actuales Juegos Olímpicos hay una prueba que recuerda la proeza de Filípides.
Es la carrera de maratón, que se corre sobre una distancia de 42 kilómetros, 195 metros.
Anónimo
