DE DÓNDE PROVIENE EL NOMBRE PERÚ
Será muy justo que ante todo digamos aquí cómo se produjo el nombre Perú, no existiendo en el lenguaje de los indios. Para esto es preciso saber que Vasco Núñez de Balboa, caballero natural de Jerez de Badajoz, en 1513, fue el primer español que descubrió y vio el Mar del Sur (Océano Pacifico), recibiendo por esta conquista, de los Reyes Católicos, el titula de Adelantado del Mar del Sur. Además de todo lo que conquistase y gobernase en los reinos que descubriese en dicho mar. En los pocos años que, después de esta merced vivió, (...) tuvo este caballero cuidado de descubrir y saber qué tierra era y cómo se llamaba la que corre de Panamá adelante hacia el sur. Para este efecto hizo tres o cuatro navíos, los cuales, mientras él aderezaba las cosas necesarias para su descubrimiento y conquista, enviaba cada una por sí, en diversos tiempos del año, para descubrir aquella costa. Los navíos, habiendo hecho las diligencias, que podían, volvían con la relación de muchas tierras que había por aquella ribera.
Un navío de estos subió más que los otros y pasó la línea equinoccial por la parte sur y cerca de ella, navegando costa a costa, como se navegaba entonces. En aquel viaje, vio un indio que, a la boca del río, de muchos que por toda aquella tierra entran en el mar, estaba pescando.
Los españoles del navío, con todo el recato posible, echaron en tierra, lejos de donde estaba el indio, cuatro españoles grandes corredores y nadadores para que no se les fuese por tierra ni por agua. Hecha, esta diligencia, pasaron con el navío por delante del indio, para que pusiese los ojos en él y se descuidase de la celada que le habían preparado. El indio, viendo en el mar una cosa tan extraña, nunca jamás vista en esa costa, como era navegar un navío a todas velas, se admiró mucho y quedó pasmado, intrigado por lo que pudiese ser aquello que veía en el mar frente a él. Y tanto se embebeció y enajenó en este pensamiento, que primero fue abrazado por los que iban a prender, sin que él los sintiese llegar, y así lo llevaron al navío con mucha fiesta y regocijo para todos.
Los españoles, que acariciaban la idea de que los indios perdiesen el miedo al verlos con barbas y diferente traje al de ellos, le preguntaron con señas y palabras qué tierra era aquella y cómo se llamaba.
El indio, por los ademanes y movimientos de manos y rostros que le hacían (como a un mudo) entendía que algo le preguntaban. Respondiendo a prisa, antes que le hiciesen algún mal, nombró su propio nombre, diciendo Berú, y añadió otro: Pelú. Quiso decir con esto, "Si me preguntáis cómo me llamo, yo digo Berú, y si me preguntáis dónde estaba, digo que estaba en el río". Porque es de saber que, el nombre Pelú, en el lenguaje de aquella provincia, es nombre apelativo y significa río en común, como luego veremos en mención de un serio autor (...)
Los cristianos creyeron que, conforme a sus deseos, el indio les había comprendido y respondido de acuerdo a sus preguntas, como si todos ellos hubieran hablado en castellano, y desde entonces, 1515 ó 1516, llamaron Perú a todo aquel riquísimo y gran Imperio, alternando ambos nombres, como cambian los españoles casi todos los vocablos que toman del lenguaje de los indios de aquella tierra porque si tomaron el nombre del indio: Berú, trocaron la b en p y si fue del Pelú, que significa río, cambiaron l por r y, de una u otra manera, dijeron Perú
Otros cronistas, que presumen de más pulidos y modernos corrompen dos letras y en sus historias dicen Pirú. Los historiadores más antiguos, como Pedro de Cieza de León, el contador Agustín de Zárate, Francisco López de Gómara, Diego Fernández, natural de Palencia, y aun el muy reverendo padre Fray Jerónimo Román con ser de los modernos, todos le llaman Perú y no Pirú, y como aquel paraje, donde se desarrolló este suceso, venía ser límite de la tierra de los Incas, consideraron que todo el Imperio se denominaba así, y llamaron después Perú a todo lo que hay desde allí, Quito hasta Charcas, los puntos principales donde ellos se enseñorearon, más o menos unas 700 leguas de largo, aunque este Imperio llegaba hasta Chile, otras 500 leguas de largo, hacia abajo, reino muy rico y fertilísimo.
Inca Garcilaso de la Vega (Perú) Comentarios Reales de los Incas

Había una zorra que nunca había visto un león.
El capitán Paiva era un cuzqueño de fuerza hercúlea, honrado y humilde de meollo. Todo lo entendía ad pedem literae “al pie de letra”. En Junín llego a capitán, pero allí quedo; sus Jefes se resistían a ascenderlo.
Viajaban juntos por esta tierra una zorra y un mono, comentando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Castilla la Vieja dio cuna al soldado que, por sus hazañas, lo llamaron en la Colonia: “el Demonio de los Andes”. Francisco de Carbajal vino al Perú a apoyar a Francisco Pizarro.
En una junta de animales, bailó tan bonito el mono, que ganándose la simpatía de los espectadores, fue elegido rey. Celosa la zorra por no haber sido la elegida, vio un trozo de comida en una trampa y llevó allí al mono, diciéndole que había hallado un tesoro de reyes, pero que en lugar de tomarlo para dárselo, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo cogiera.
Diciembre de 1824 principiaba tomando el ejército español, mandado por el virrey La Serna, la ofensiva sobre el ejército patriota a órdenes del general Sucre.
Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados. Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.
Doña Francisca Zubiaga -esposa de Agustín Gamarra- fue mujer que, en lo política y guerrera, no cedía punto a Catalina de Rusia. Vistió el uniforme de coronel de dragones, a la cabeza del ejército. Fue lo que se llama todo un hombre, conocida con el apodo de “la Mariscala”.
Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida. Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo. Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.






