
Desde el palacio se veían hileras de casas, sólo habitadas por las sombras. Lo que fueron fuentes, eran sólo unos hoyos secos y las cúpulas estaban cubiertas por higueras.
Los monos la creían su ciudad. Se sentaban en círculos en el Consejo, se quitaban las pulgas y discutían como hombres. Y cuando más enfadados parecían, empezaban a jugar, corriendo como locos por las terrazas del jardín.
Conocían todos los subterráneos, imitando a los hombres cuando paseaban por aquel laberinto. Bebían en las cisternas, pero ensuciaban el agua y discutían por ello.
Y del enfado pasaban a la alegría desmedida.
Rudyard Kipling
Fuente: Colección Amiguitos
Fuente: Colección Amiguitos
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