
A Rafael le dolía mucho la garganta. El médico le dijo que tenía amigdalitis y que lo tenían que operar.
Rafael se puso morado del susto. Pero luego, el doctor le explicó que las amigdalitis son unos órganos que están en la garganta. Le dijo que son muy fáciles de operar.
Entonces, Rafael quedó feliz con la idea de operarse y avisó a todos sus amigos de la escuela.
Sandra le di su silbato para que llamara, porque tendría que están sin hablar unos días. Valeria le llevó un osito celeste. Era muy, muy suave. Daba gusto abrazarlo.
David le regalo su plumón fosforescente. “Con él podrás escribir cuando estés a oscuras”, le dijo.
Paco, cuando se enteró de la operación, pensó: “¡Los helados son muy buenos para los operados de la amígdalas!”. Entonces sacó todas las cubetas de la refrigeradora. Lleno unas con naranjas. Otras con leche chocolatada. Las demás, con jugo de fresa.
Llegó el día de la operación de Rafael: el martes. Y la hora: las doce y media. Sus amigos de la escuela estaban atentos al reloj.
Por fin, el reloj estuvo como partido por la mitad. Entonces, todos cerraron los ojos y cruzaron los dedos.
Después del colegio, los chicos fueron a ver a Rafael. Estaba rodeado de almohadones. Como un rey.
Paco se acercó con una caja de tecnopor, como si fuera el cofre del tesoro y le dijo:
- ¡Aquí tienes helados de mil colores y sabores!
Abrió la caja de tecnopor. Y los cubitos de color chocolate, naranjas y rojos aparecieron a la vista de todos como lindas joyas.
Ana Rosseti
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