LA ABEJITA WAYRA
La Reyna Abeja miraba el paisaje desde el pétalo de una rosa, los rayos del Sol iluminaban todo el paisaje y los jazmines bailaban de alegría mientras tanto las rosas sonreían al sentir las patitas de la Reyna Abeja. Pasó el tiempo y la Reyna Abeja se casó y fruto de su amor nació una hermosa y bellísima abejita, tan linda se le veía volar por todas las flores. Que le puso de nombre Wayra.
Una mañana la Abejita Wayra salió de su panal y observó todo el paisaje que estaba totalmente cubierto de nieve; mientras alistaba sus pequeñas alas para volar, sintió mucho frío y desesperada llamó a su mamita abeja.
- “¡Mamita, mamita!, ¿Qué paso con la naturaleza?” – preguntó.
- Hijita estamos en el invierno – respondió la Reyna Abeja.
- ¿Y qué es invierno? – se asusto la Abejita Wayra.
- Es una estación del año que siempre se presenta como en estas temporadas, pero no hay que preocuparse porque pronto pasará.
- Pero no me gusta porque no puedo jugar con las flores – se puso triste la Abejita Wayra.
Una noche la Reyna Abeja a lo lejos observó a unos hombres que estaban cortando unos árboles y muchas de sus amigas huían. Esto alarmó a la Reyna Abeja para alistar a su enjambre y a huir de aquel lugar.
- Hijita de mi corazón – dijo la Reyna. Tenemos que huir de este lugar, pero por nada del mundo te separes del enjambre.
- Pero mamita es de noche, y está nevando.
- Los hombres están destruyendo la naturaleza y muchos de nuestros amiguitos han huido para salvar sus vidas.
Comenzaron a volar sobre la nieve, la Abejita Wayra estaba desconcertada ante una situación que no comprendía.
Las demás abejas ya no podían volar por el frío y la nieve que les caía, se tuvieron que separar, hasta que la Reyna Abeja cae rendida y ya no pudo mas seguir; la Abejita Wayra se detuvo para coger a su mamita.
- Hija mía, busca un refugio para que puedas pasar allí la noche – dijo la Reyna Abeja
- Pero mamita no me abandones, estoy sola – dijo la Abejita Wayra.
- Tú eres fuerte, y serás toda una Hermosa Reyna. – dijo la Reyna Abeja
La Abejita Wayra muy triste arrastró a su mamita hasta un rinconcito, para que pueda darle calor a su mamita, pero La Reyna ya no abrió los ojos. La Abejita Wayra lloraba y lloraba y repetía constantemente ¡Por culpa de los hombres tuvimos que dejar nuestro hogar!, y así se quedó dormida de tanto llorar.
Pasaron los días y la Abejita Wayra ya no quería salir de su rinconcito.
Hasta que una mañana La Abejita Wayra observó que venía una niña alegre y canto, llevaba en su mano un pico y una bolsa llena de cosas que no se podía visualizar, y comenzó a sacar sus herramientas, mientras tanto La Abejita Wayra pensó inmediatamente que la niña le iba hacer daño a un árbol, y se iba directamente a picarle la mano, pero cuando estaba a punto de picarle la mano, observo que la niña saco un arbolito y lo puso en la tierra, para sembrarlo.
- Pensé que eras como esos hombres que cortaban los árboles – dijo la Abejita Wayra
- ¡No!, como crees no todos los seres humanos hacemos daño a la naturaleza – dijo la niña
- Yo quiero que todos los seres humanos sean como tú, tuvimos que abandonar nuestro hogar para alejarnos del peligro y con el frío murió mi mamita y perdí a todos mis amiguitos del enjambre – dijo la Abejita Wayra.
- Mira allá hay un enjambre hermoso, ¡Vamos a saludarlos! – dijo la niña.
- ¡Vamos! – dijo la Abejita Wayra, feliz
Al acercarse al enjambre, eran todos los amiguitos que había perdido la Abejita Wayra, y estos al encontrar a la Abejita Wayra la declararon su Reyna, y todos sonreían de felicidad, porque también había salido el sol que con sus enormes rayos iluminaba todo el paisaje.
Escrito por: Yohanna Boulangger.
CuentosDeDonCoco
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