LA NIÑA DE LA NIEVE

La anciana suspiraba al revolver la sopa. Estaba triste, viendo a los niños jugar con su muñeco de nieve. Ellos no lo tenían. Su anciano esposo dejó la leña y miró por la ventana.
-¡Marusha! ¡Mira el muñeco de nieve! -le dijo a la anciana, incluyendo su gran idea ¡Hagamos nuestro propio muñeco!
-Los vecinos se burlarían, -dijo ella ya somos muy viejos.
-¡Un muñequito, Marusha! Me aseguraré que nadie nos vea.
-De acuerdo, -dijo ella riéndose- ¡lo haremos Youshko!
Salieron, llegando a un lugar escondido para trabajarlo. Lo moldearon en un abrir y cerrar de ojos; luciendo espléndido al acabarlo. De pronto, algo muy raro le pasó al muñeco: le surgieron dos ojos azules, sus mejillas brillaron y sus labios rosados comenzaron a sonreír. El viento formó unos lindos bucles, y en un mágico instante se transformó en una hermosa niñita.
Se miraron incrédulos, pero era verdad: ¡tenía vida!, pues corrió hacia ellos. Rieron y lloraron de dicha, pellizcándose, creyendo que era un sueño; decidiendo volver a casa. Allí, mientras la mujer con la niña en su regazo le cantaba una canción de cuna, el anciano tomó su mano y le dijo: - ¡Es nuestra hija! La recogimos de la nieve, por ello se llamara Snegorotchka.
Al amanecer, al llamarles «papá» y «mamá», los ancianos se sintieron felices hasta el llanto. Organizaron una fiesta invitando a todos los niños, quienes se encandilaron con la dulzura de la niña. Era la luz de vida de Marusha y Youshko. Pero el frío y la nieve iban muriendo. Todo reverdecía como si la primavera, atada en el invierno, quisiese despertar. Una tarde, Youshko observó el pálido rostro de su niña:
-Papá -le dijo ella, acercándose- ¡es que añoro la nieve!
-La nieve volverá -le dijo el anciano -. ¿No te gustan las flores?
- No son tan bonitas como la nieve- y la niña se estremeció.
A la mañana siguiente, la niña lucía peor que el día anterior.
-Hijita -le dijo Marusha-, papá y yo te protegeremos del mal y salieron de la casa. Mas el perfume floral le hizo daño. De pronto, un rayo de sol cayó como un dardo y la niña se cubrió, lanzando un grito desgarrador. Lloraba, comenzando a empequeñecer, así, hasta que «la niña de la nieve» se transformó en una gota de rocío, una lágrima en la corola de una flor. Youshko la recogió con delicadeza y se la dio a Marusha. Entonces, los ancianos entendieron que su pequeña niña estaba hecha sólo de nieve y se había derretido al calor del sol.
Cuento Ucraniano
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