Editorial:
Para saber cómo será el futuro, a veces no es necesario acudir a las supercomputador. Para saber cómo será el próximo siglo, basta ver como ayudamos hoy a nuestras niñas y niños. La ciencia y la tecnología ejercerán influencias sobre el mundo del mañana, pero no hay que olvidar el cuidado de las mentes y los cuerpos de los más pequeños para tener un buen futuro.
En el “Estado Mundial de la Infancia 1998”, Unicef, organizó de las Naciones Unidas dedicado exclusivamente a atender a las niñas y niños del mundo, enuncia una verdad urgente. La buena nutrición, es decir, una buena alimentación, puede cambiar profundamente la vida de las niñas y niños. Nuestra ayuda solidaria servirá para proteger su salud física y mental.
Más de 200 millones de niñas y niños en el mundo están desnutridos. La desnutrición es una de las causas principales de la muerte de más de la mitad de los 12 millones de menores de 5 años que se registran anualmente en el mundo.
Las niñas y niños desnutridos suelen sufrir la pérdida de sus capacidades intelectuales. Se enferman con frecuencia, y si sobrevivirán, pueden llegar a la edad adulta con discapacidades mentales y físicas permanentes. Este sufrimiento se debe a enfermedades que, en gran medida, se pueden prevenir.
El mundo sabe qué debe hacer para poner fin a esta desnutrición. Sobre la base firme de la cooperación, la ayuda, la solidaridad de las comunidades locales, de las organizaciones no gubernamentales, de los gobiernos y los organismos internacionales, es posible encauzar el futuro – y las vidas de nuestros hijos – por la senda que nosotros elijamos, y que las niñas y niños merecen. La senda que lleva al crecimiento, al desarrollo saludable, a la justicia social y a la paz.
Kofe A. Annan
Secretario General de la Naciones Unidas.
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