EL ESCARABAJO VOLADOR

Hacía toda clase de piruetas con su cuerpo, ayudado por el viento tenue que corría por el lugar, mientras su sonrisa vibraba todo el tiempo de emoción.
Para él no existía nada tan maravilloso como el "viento amigo", con quien se pasaba apostando carreras por encima del campo y las flores.
Era muy dichoso encontrándose con una mariposa o con otro animal de los que gustaban del vuelo y eran como él, felices "amigos del aire libre”.
Un día, cuando paseaba, vio pasar un pajarito azul y juguetón.
¡Qué bien vuela!
Entonces el pensó: "Si pudiera aprender a volar como él y, sobre todo, ¡llegar tan lejos y tan alto en tan poquito tiempo!"
El pajarito azul aterrizó a su lado.
Pepín lo recibió felicitándole, mientras le preguntaba si podía enseñarle a volar como las aves.
- ¡Claro! -le respondió. Y salieron ambos a volar. Pero cuando Pepín se dio cuenta, el pajarito estaba ya tan arriba que no alcanzaba a verlo. Se sintió triste y decidió volver. ¿Por qué él no podía volar como las aves?
A la mañana siguiente, Pepín ideó un plan para poder volar muy alto. Se fue hasta la montaña más alta que había visto y una vez en la cima se lanzó contra el aire. El viento lo arrastró por un ratico, pero después sintió que sus alitas no tenían suficiente fuerza para sostenerse tan alto y tan aprisa, y sin quererlo, fue perdiendo lentamente altura, hasta que se clavó de bruces contra el pasto. Al tratar de pararse, se fijó en que tenía la alita lastimada y no podría volar por mucho más tiempo. No podría conocer las nubes rojas, ni los rayos del Sol.
Un pajarito que andaba paseando por allí le oyó quejarse y se acercó a ayudarlo.
- ¿Qué te pasa, Pepín? ¿Puedo ayudarte?
- No creo -respondió muy afligido el escarabajo.- ¿Cómo puedo volar igual que tú?
El ave respondió que no sabía; era un pajarito y estaba hecho con alas muy largas, no veía cómo un escarabajo con alitas podría lograrlo.
- ¿Por qué quieres volar como yo? -preguntó el pajarito.
- Es que yo quiero ser cartero y llevar de un lado a otro las cartas de los escarabajos y las flores; además, quiero conocer las nubes y los rayos de luz.
- ¿Te gustaría ir conmigo? -dijo el ave.
- Claro que sí, pero no veo la forma.
-Móntate sobre mis alas-repuso el pajarito.
Pepín obedeció.
- Ahora sostente bien Pepín.
Con la ayuda del viento serás un aviador y yo tu avión. Los dos llevaremos las cartas de las flores y de los escarabajos de allá para acá ayudados por el aire fresco.
-Soñemos que aquí, el aire nunca se contamina y nos ayuda a volar.
- Así ya no estaré más solo y tú podrás volar igual que yo.
Pepín aceptó dichoso y, desde entonces, él y su amigo vuelan todo el tiempo por la felicidad.
Mientras el aire sea puro podremos ver hermosas aves volar, incluso al escarabajo aviador.
Liliana Cadavid S. - Colombia
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