SOY CAMANEJO Y NO CEJO
Siempre he oído decir, tratándose de tercos o reacias para ceder en un lío: “Déjele, que ese es más terco que un camanejo”. Si en todos los pueblos hay tercos, ¿por qué adjudicarles a los camanejos ese monopolio?
Ello algún origen ha de tener, écheme a saberlo y he aquí lo que contó una vieja más aleluya que misa gregoriana:
Tenía Nuestro Señor, cuando peregrinaba por este valle, un asuntillo por arreglar con el cabildo de Camaná y, montado en el rucio de San Francisco, Él y San Pedro emprendieron la caminata. Hallábanse ya a una legua de Camaná, cuando del fondo de un olivar salió un labriego que tomó la misma dirección de nuestros dos viajeros.
San Pedro, que era muy cambalachero, le dijo:
- ¿A dónde buen amigo?
- A Camaná -le contestó el patán. Y murmuró entre dientes: “¿Quién será este tío tan curioso?”.
- Agregue “Si Dios quiere” -arguyó San Pedro.
- Quiera o no quiera Dios, a Camaná voy -dijo el palurdo.
- Pues, no irás hoy -terció Jesús en la pelea. Y convirtió al patán en sapo, que se lanzó a una laguna.
Al resolver el asuntillo en Camaná, Jesús y Pedro iniciaron el retorno. Y al pasar por la laguna, Jesús la bendijo, recobrando el sapo su hombría. Y Pedro, creyéndolo escarmentado, le preguntó:
“¿A dónde buen amigo?”.
- A Camaná -dijo el camanejo-. ¡Vaya, curioso majadero!
- No sea cabeza dura, -dijo Pedro- “Si Dios quiere”.
- Soy camanejo y no cejo. A Camaná o al charco. Sonrió Jesús, y dejó que siga su camino.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma.
0 comentarios:
Publicar un comentario en la entrada