ROSALINDE

Hoy Fredi está de visita en casa de su amiga Rosalinde. Están jugando con la excavadora y con los cubos de construcciones. Rosalinde le está explicando a Fredi que de grande quiere ser arquera de fútbol, ingeniera o capitana de navío.
- ¿Arquera de fútbol? -dice Fredi-. ¡Estás chiflada, completamente chiflada! Y tampoco puedes ser ingeniera. Para ser ingeniera hay que manejar muchas cifras y hacer muchos cálculos. Las mujeres no están capacitadas para eso.
Fredi piensa así. Y sin embargo, él se copia siempre las tareas, de Matemática de Rosalinde. Si no tuviera a Rosalinde de compañera de carpeta, le habrían llamado la atención un montón de veces. Y cuando la profesora pregunta a Fredi, Rosalinde le sopla en voz baja.
- Además, las mujeres no entienden nada de tecnología -dice Fredi.
Pero el día anterior, Rosalinde había arreglado el lapicero de cuatro colores de Fredi, porque él no sabía hacerlo. Y otro día, osalinde le tuvo que explicar a Predi para qué sirven las ruedas del despertador, por qué un despertador necesita un resorte para la cuerda y por qué un reloj de pilas no necesita resorte. Rosalinde lo sabe porque él abuelo se lo ha explicado.
- Y que seas capitana de navío es ya completamente imposible añade Fredi -, porque un capitán tiene que ser muy valiente. Necesita tres veces más valor del que puede tener una mujer.
En ese momento, Rosalinde se pone furiosa y grita:
- ¿Quién se atreve a saltar desde el trampolín de tres metros? ¿Tú o yo? ¿Quién se atreve a bajar al sótano oscuro? ¿Tú o yo? ¿Quién se atreve a trepar a la ponciana? ¿Tú o yo?
Fredi hace como si todo eso no fueran cosas arriesgadas.
- Yo también podría hacerlo. Lo que pasa es que no quiero - dice Fredi.
Entonces, la furia de Rosalinde IIega a tal extremo que se pone roja y tiembla de ira. Se levanta de un salto y agarra a Fredi por un brazo.
- ¡Reconoce que soy, por lo menos, tan valiente como tú! - vocifera.
Pero Fredi no lo reconoce. Rosalinde desiste. A veces, tener razón no sirve para nada.
Rosalinde vuelve a sentarse junto a la mesa y deja que la excavadora dé vueltas levantando materiales y volviendo a descargarlos.
“Allá él”, piensa Rosalinde. “¡Ya se dará cuenta! ¡Ya se dará cuenta! ¡Y cuando yo sea arquera de fútbol vendrá a pedirme un autógrafo! Los autógrafos de arqueras están muy solicitados. Y tendrá que hacer una cola muy larga para acercarse a mí. ¡Pero ya veré si Io doy o no mi autógrafo!”
CHRISTINE- NÖSTLINGER
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