que maravilloso regalo...

Era largo el camino de los tres reyes debían hacer para llegar a la tierra, por eso emprendieron la marcha con anticipación y cargaron sus alforjas… ¿Con qué? Pues, con hermosos regalos que ellos, mismos habían fabricado: canastas de ilusión, bolsas de esperanzas, cajas de amor, estuches de amistad, paquete de optimismo, y muchos, muchos caramelos de cariño.
¡Qué cargamento tan extraño!, dirán ustedes: pero es que los Reyes Magos miran desde; sus estrellas cada año y saben qué es lo que faltan en la tierra… y eso fabrican en sus talleres mágicos.
Pues bien, salieron esta vez tan cargados y apurados que la nube rosada que los transportaba les dijo muy suavemente, para que ellos no se enojaran:
- Este año, ¡qué cargados van!... No me quejo por el peso, pero, ¿Podrían decirme que es lo que llevan?
- ¡Cómo no! Falta tanto amor en la tierra, tanta comprensión, tanta amistad, que es eso que lo fabricamos y llevamos a los terrestres.
Conforme con la explicación, la nube siguió su viaje con la preciosa carga, el camino se hizo más corto, porque la nube apresuró su carrera, sabiendo que eso alegraría a los señores Reyes Magos… Por fin, estos bajaron por las calles de todas las ciudades. Se paraban a escuchar las conversaciones de los hombres, de las mujeres y de los niños.
Se detuvieron a leer los diarios… y, luego de un largo recorrido, se sentaron a la sombra de un árbol. Los tres estaban pensativos. El primero en hablar fue Baltasar:
- ¿En qué piensas, hermano Rey Mechor?
- ¿Y tú hermano Rey Gaspar?
- Pienso en que la gente más amor, mas paz…
- Si, es cierto. ¡Hemos preparado pocos regalos!
Todas las ventanas estaban abiertas. Todos los zapatos colocados. Y los Reyes Magos cumplieron con su generosa misión. Nadie quedó sin regalo, pero… ¿procuraremos todos nosotros que el año próximo no tengan tanto trabajo los tres reyes?
Autora: Maruja Bagnat
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