EL PERDÓN DE DEMETRIO

Demetrio ordenó que todos los hombres, con excepción de las mujeres y niños, se juntaran en la plaza; y encargó a sus soldados el cumplimiento de la misma, quienes visitando casa por casa se aseguraron de que todos los hombres acudieran a este llamado.
El pánico se apoderó de toda la ciudad, porque todos temían ser ajusticiados en la plaza; por lo mucho que habían resistido y ofendido a la autoridad del rey. Sin embargo, la alegría y gozo del pueblo ateniense no conoció límites cuando le oyeron, dirigirse a ellos en estos términos:
- Deseo convencerlos ¡oh, atenienses!, de cuán injustamente habéis obrado; pues no os habéis levantado contra un enemigo, sino contra un príncipe que os amaba y que todavía os ama, y que desea vengarse concediéndoles su perdón y siendo todavía vuestro amigo. Volved a vuestros hogares y hallaréis que han sido provistos abundantemente por mis soldados, con todos los víveres que necesitáis. Que esto os sirva de ejemplo y estímulo de obediencia para el futuro.
Aún desconcertados retornaron presurosos a sus domicilios y comprobaron por sus propios ojos que, el magnánimo Demetrio había mandado proveer a cada familia de abundante cantidad de alimentos.
Con esta actitud se compró la voluntad del pueblo ateniense que aceptó con sumisión la autoridad del conquistador.
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