LA SIGUANABA
Un hacendado de la tierra colombiana, en plena medianoche, cabalgaba de retorno a su casa. Pero, al cruzar el cementerio sintió que otra persona le hacía compañía. Era una bella mujer, pero con dedos y uñas que sólo tienen las brujas… El caballo relinchó y el hombre, espantado, cerró los ojos y aceleró; dejando caer su sombrero de paja. No paró hasta el pueblo. Ya en su casa – sin fuerzas y volando en fiebre – se acostó creyendo morir. Al amanecer sintió que la cabeza le picaba insoportablemente, estando invadida de piojos negros. “Los espantó la Siguanaba” – diagnosticó la curandera del pueblo – “A partir de hoy, continuó la hechicera, llevarás en el bolsillo izquierdo un pedazo de tela – color rojo – y en el sombrero, una cruz de alfileres. De seguro que eres soltero o amancebado – no casado por la Iglesia -: pues con ellos se regocija la Siguanaba”
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