10/10/2010

BIOGRAFÍA DE MARÍA PARADO DE BELLIDO

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MARÍA PARADO DE BELLIDO
Nació en Huamanga, Ayacucho, el 5 de julio de 1777. Sus padres fueron don Fernando Parado, criollo residente en esa ciudad y una humilde indígena. Creció en las alturas de Huamanga sin recibir instrucción.
A la edad de 15 años contrajo matrimonio con don Mariano Bellido, hombre dedicado a los negocios entre Huamanga, Cusco y La Paz; formando una familia unida y feliz con los siete hijos que tuvieron: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola.
Tiempo después, don Mariano Bellido se hizo militante del grupo guerrillero que operaba en Paras, provincia de Cangallo, comandado por Cayetano Quiroz, donde se desempeñaba como receptor de correos. Asimismo, su hijo Tomás, se unió al grupo patriota que comandaba el general Arenales, a su paso por Huamanga en 1820.
Transcurrido un año de no tener noticias de su hijo, María envió a sus hijas Gregoria y Andrea al pueblo de Cangallo a rescatarlo por 500 pesos. Enterado Tomás, su hijo, se negó rotundamente a volver a casa antes de ver triunfante la bandera de la libertad y destinó el dinero para el uso de la guerrilla.
Admirada por la decisión de su hijo, e impulsada por la conciencia revolucionaria que llevaba dentro, decidió informar al ejército patriota de los desplazamientos y poderío bélico realistas, por medio de cartas a su esposo. Como era analfabeta, sólo firmaba las cartas que dictaba a don Matías La Madrid, su compadre y secretario de la intendencia de Huamanga. De este modo ayudó a los patriotas a planificar mejor sus ataques, causando la desesperación de los realistas.
Es así que en un enfrentamiento entre patriotas y realistas, al revisar las ropas de un patriota caído, los soldados españoles encontraron una carta dirigida desde Huamanga, donde se daba cuenta de secretos militares de los realistas.
Se determinó que la autora de la carta era María, razón por la cual el 24 de marzo de 1822 es apresada y presentada ante Carratalá. Fue sometida a las más inhumanas torturas, pero a pesar de todo no delató a los compatriotas y en consecuencia fue condenada a enfrentar un pelotón de fusilamiento, acto que se llevó a cabo en la mañana del 27 de marzo de 1822 en la plaza de armas de Huamanga.

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