FRANCISCO BOLOGNESI

Sentado junto a la mesa y señalando un plano, estaba un anciano de marcial gesto.
Vestía pantalón grana, paletó azul y quepí con la insignia de jefe de mando superior.
Era el coronel Francisco Bolognesi.
- Mi coronel, -le dijo un oficial- está el emisario enemigo.
- Que pase -contestó Bolognesi y se puso de pie.
Era el sargento mayor Cruz Salvo, que anunciaba:
Señor coronel, una división de seis mil de nuestros hombres está a tiro de cañón de la plaza.
- lo sé -dijo con voz serena Bolognesi-, aquí somos mil seiscientos, decididos a salvar el honor patrio. - Pero el honor no impone sacrificios: nuestra ventaja numérica es de cuatro a uno y ello justifica una capitulación, la que se hará honrando al vencido y al vencedor.
- Estoy resuelto “a quemar el último cartucho”.
Más tarde convocaba a una junta de guerra a sus jefes. Allí presentó, sin exagerar, el sombrío cuadro. Y les indicó su decisión de “quemar el último cartucho”.
La palabra resuelta de Bolognesi halló resonancia en los viriles corazones de Joaquín Inclán, Justo Arias, Guillermo More, Mariano Bustamante y Ramón Zavala:
- ¡Combatiremos hasta morir! -fue su emotiva respuesta.
Grito repetido por los más jóvenes, como: los hermanos Cornejo, Ricardo
O' Donovan, Armando Blondel y Alfonso Ugarte; mancebo que, perdida toda esperanza, clavó el acicate del corcel que montaba, cayendo en la inmensidad del mar.
Y todos, en la sangrienta como gloriosa hecatombe de Arica, - al igual que Bolognesi - cayeron mirando el pabellón de la patria y balbuceando el nombre querido del Perú.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma.
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