MOSQUITA MUERTA
EI virrey de Castelfuerte llegó al Perú en 1724, con la reputación de malas pulgas. Al día siguiente de instalado en palacio surgió el capitán de guardia alarmado, avisándole que en la puerta principal lucía un cartel injurioso. El virrey sonrió.
Así era. En la puerta que da a la Plaza Mayor leíase: “Aquí se amansan leones”.
El virrey ordenó a su plumario:
- Ponga debajo y con iguales letrones: “Cuando se cazan cachorros”.
Pasaron meses y no se hacía sentir la autoridad del virrey. Su fama inicial parecía mentirosa y ya se decía que no pasaba de ser un memo, del cual se podía hacer jiras y recortes.
¿La Audiencia acordaba un disparate? El virrey decía: “Cúmplase, sin chistar”. ¿El Cabildo mortificaba a los vecinos?
Su excelencia contestaba: “Ameénnn”. ¿La gente de orgullo cometía un exceso? “Licencia tendrá de Dios”, murmuraba.
No quería quemarse la sangre ni armar camorra. Era un pánfilo, un bobalicón. Así llegó a creerlo el pueblo, tanto, que asomó un nuevo pasquín que decía: “Este carnero no topa”.
El virrey sonrió y como antes, hizo poner debajo: “A su tiempo topará”. Y ¡vaya si topó! De una plumada ahorcó a ochenta en Cochabamba; se le vio en Lima, liderando su escolta, matar a frailes franciscanos. Se las tuvo tiesas con el clero, Audiencia, Cabildo y hasta con la Inquisición.
Pero los rigores calmaron. Develados los gatuperio s de un empleado de hacienda, el virrey actuó con paños tibios, sin castigar al delincuente. Los pasquinistas le pusieron: “Este gallo ya no canta, se le secó la garganta”. Y, por costumbre, mandó escribir debajo: “Paciencia, ya cantará y a algunos les pesará”.
Y examinó cuentas, hurgando la conducta de los que manejaban fondos, metiendo en la cárcel a todas las manos sucias. No tuvo el Perú un virrey más justiciero, más honrado y temido que el que principió haciéndose la mosquita muerta.
La que pinta su prestigio y el miedo que inspiraba es una décima muy conocida en Lima, atribuida a un fraile agustino:
“Ni a descomunión mayor, /ni a vestir el sambenito, /tiene pena ese maldito endurecido pecador. / Mandinga que es embaidor lo sacó de su caldero: /vino con piel de cordero teniéndola de león. / Mas ¡chitón, la pared tiene agujero!”.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma.
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