LOS INCAS AJEDRECISTAS

El Inca, aunque permanecía sentado junto a su amigo de Soto, no daba señales de saber el juego. Pero en una partida entre de Soto y Riquelme, intentó Hernando mover el caballo y el Inca, tocándole el brazo, le dijo: “No, no... ¡El castillo!”.
De Soto jugó la torre y sufría Riquelme inevitable mate. Desde entonces, Hernando invitaba alinea Atahualpa a jugar, siendo digno discípulo del maestro, jugando de igual a igual; pero el inca pagaría con su vida el mate de Riquelme.
De los 24 jueces convocados por Pizarro, se le condenó por 13 votos contra 11. Riquelme firmó por su muerte.
En 1534, Pizarro viajó al Cuzco ciñendo la insignia imperial a Inca Manco, hijo de Huáscar; quien huyó, instalándose en los Andes. En la pelea de pizarristas y almagristas, Manco ayudó a los últimos. Muerto Almagro el Mozo, Diego Méndez y Gómez Pérez se refugiaron a su lado, en Vilcapampa,
Allí se entretenían con el ajedrez. El Inca se hizo diestro y, como a Atahualpa, le sería fatal. Una tarde jugaba con Gómez Pérez. Manco se lanzó con un enroque indebido:
- ¡Es tarde para eso, señor fullero! -arguyó Gómez.
El Inca insistió, Gómez se volvió a Méndez y le dijo:
- ¡Mire, capitán, con la que me sale este indio pu... erco!
El Inca diole un bofetón. Gómez cogió su daga y le asestó dos puñaladas, matándolo. Los indios hicieron pedazos de él y de los otros españoles. Todo por un desacuerdo en el ajedrez.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma.
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