LA CASITA DE CHOCOLATE
Juan era un labrador que tenía dos lindos hijos de su primer matrimonio y se había vuelto a casar con una mujer que odiaba la pobreza en que vivían. Tanto así, que un día lo amenazó:
"O abandonas a tus hijos en el bosque para que se busquen la vida o voy al juzgado local pido al juez que te encarcele. Juan, que era débil y no le gustaba andar en líos con la justicia, llevó al bosque con engaños a sus hijos y luego marearlos en el camino, les dijo con la voz quebrada: "Ustedes saben trabajar, son muy buenos y el alma de su mamita siempre sabrá cuidarlos. Espérenme aquí que ya vuelvo". Juan se marchó, pero no volvería. Su hijo, presintiendo el mal, había regado algunas semillas para poder volver a casa, pero lamentablemente las aves acabaron con ellas. Había anochecido; su hermanita lloraba por las visiones fantasmales que surgían de las sombras y él trataba de buscar algún lugar para refugiarse.
El frío y el hambre pronto acabarían con ellos; pero luego surgió la visión de una casita cuyas paredes parecían estar hechas del más rico de los chocolates. Se acercaron y acertaron: ¡eran de chocolate! Trataron de comer lo máximo que podían, pero de pronto se oyó el crujir de la puerta, surgiendo la imagen de una horrible y malvada bruja. Quisieron huir, pero la bruja los atrapó lanzando una terrible conjura.
Cuando los niños despertaron, se hallaron prisioneros dentro de unas pequeñas y malolientes jaulas, pudiendo ver que la bruja preparaba un apetitoso manjar de chocolate.
La malvada, al verlos, lanzó una carcajada y les dijo: "Preparo más chocolate para que caigan otros niños tontos como ustedes. Luego debo de engordarlos para venderlos a mi amigo el ogro.”
Sí. La bruja quería engordar a los hermanitos para luego venderlas al come-niños por una buena cantidad de oro. Liberó a la niña para que trabajase en la limpieza de la casa. Cuando en su afán de sacar un cubo con agua del viejo pozo, la bruja perdió el equilibrio, la niña aprovechó para empujarla con todas sus fuerzas y dejarla inactiva por buen tiempo. Corrió a liberar a su hermano y cuando la bruja trataba de salir del pozo, ambos hermanitos, con la energía enviada desde el cielo, le dieron una paliza haciéndola huir del lugar. Pero las autoridades la atraparían, alcanzándoles una buena recompensa a los niños y llevándolos a casa, donde los esperaban un padre arrepentido y una madrastra dispuesta a ser otra. Y fueron muy felices. Fin
MORALEJA: Jamás debemos sentirnos vencidos
Los Hermanos Grimm
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