EL SASTRECILLO VALIENTE

Érase un reino, cuya población ansiaba acabar con un horrible gigante, pues siempre estaba dañando sus cosechas. Más, esto no le preocupaba a un joven sastrecillo. El sólo quería comer su pan con mermelada y acabar con las moscas que no lo dejaban trabajar.
Un día, decidido, cogió su palmeta y, ¡zas!, siete moscas cayeron una tras otra. ”¡Maté siete de un solo golpe!”-gritó. Y, orgulloso, abrió la ventana repitiéndolo a todo pulmón. Un hombre, que venía pensando en el gigante, creyó que se refería a siete gigantes; corrió a decírselo al rey: “El sastrecillo mató siete gigantes, de un solo golpe”.
El rey y su hija, la hermosa princesa, ordenaron que el valiente sastrecillo se acercara inmediatamente a palacio.
- Yo esperaba que el héroe fuera más fortachón -dijo el rey al ver al joven y simpático sastrecillo-. Debes ser muy valiente, para haber matado a siete gigantes de un solo golpe.
-¿Gigantes? -dijo intrigado el sastrecillo, sin poder aclarar el lío, pues en ese mismo momento lo abrazó la linda princesa y se le acercó el rey, para decirle afectuosamente:
-Si logras capturar al malvado gigante no sólo te daré tesoros, sino también la mano de mi bella hija, la princesa. -Su excelencia -dijo el sastrecillo- meditaré su propuesta, y se marchó, pensando: “Amo a la princesa, pero, ¿cómo mataría a un gigante?”. De pronto, un ruido estremecedor lo obligó a subirse a un árbol de naranjas. ¡Era el gigante y por poco lo pisa! Creyó que allí estaba a salvo, pero el malvado -al verlas tan deliciosas- cogió varias naranjas para comérselas. Entre ellas iba nuestro amiguito. Cuando se quiso esconder, ya estaba en la enorme mano, cara a cara con el gigante.

No demoró el gigante en capturarlo, llevándolo hasta el almacén de vinos de su gran castillo. Allí, el sastrecillo le dijo:
- Yo maté a siete de un ¡zas!, ¿tú podrías tomarte todo el vino de este almacén? -el gigante lo miró, herido en su amor propio.
-¡Tú, vil sabandija, no me humillarás! ¡Claro que puedo hacerla! y el tonto empezó a beber; pero al tercer tonel cayó al piso, totalmente borracho. Nuestro amiguito procedió a encadenarlo, y luego dio aviso a la corte para llevarlo a los calabozos. El sastrecillo fue recibido jubilosamente, y el rey procedió a casar a su bella hija con nuestro valiente amiguito... ¡fueron muy felices! Fin
Los Hermanos Grimm
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